Una de las cosas que no prevemos cuando pensamos en el destete es que pueda desatar tantas emociones tanto en nosotras como en nuestros peques. Y sí, el destete puede ser una olla a presión de muchos sentimientos que nos llegan antes, durante y después del proceso de destete. Y estos sentimientos no solo nos afectan a nosotras, sino que también pueden influir en el comportamiento de nuestro bebé, lo que sin duda puede asustar mucho. 

¡Hablemos de ello! 

Cuando nos planteamos el destete

Cuando fantaseamos en destetar, cuando vemos que quizá está llegando el momento de ir dejando la lactancia, pueden aparecer muchos sentimientos y emociones relacionados. 

Podemos sentirnos culpables por querer privar a nuestro bebé de algo que le gusta tanto: “cómo se lo voy a quitar si él está feliz con la teta”.

La ambivalencia es otra característica de esta etapa. Es habitual que haya momentos en los que tengamos absolutamente claro que queremos destetar y lo queremos hacer de manera inmediata, y luego a las pocas horas nuestro peque nos pide teta, le miramos y nos decimos: “oh, ¿cómo puedo pensar en el destete? ¡Si estamos fenomenal!” Cuando aparece esta ambivalencia es una primera señal muy buena para empezar a leer e informarse sobre los procesos de destete, para evitar que cuando el sentimiento de ambivalencia desaparezca, estemos preparadas. 

Otro sentimiento que puede aparecer es la “agitación por amamantamiento” un sentimiento de rechazo visceral hacia nuestro hijo. Esta sensación de rechazo suele aparecer cuando estamos embarazadas y seguimos lactando, durante la lactancia en tándem o cuando nuestra criatura ya no es tan pequeña. Es un sentimiento muy desagradable del que nadie habla y que te hace sentir la peor madre del mundo, y que genera que quieras destetar lo antes posible. 

También puede aparecer la tristeza y por motivos muy variados: quizá nos vemos obligadas a destetar, no podemos seguir por no poder compaginar el trabajo, por buscar otro embarazo y querer que regrese la menstruación, por tener que someterse a tratamientos incompatibles con la lactancia, por ser nuestra última lactancia…

El miedo también aparece en este proceso en el que nos planteamos el destete, “¿cómo lo haré?” “¿Cómo se dormirá sin la teta” ¿Qué tengo que hacer primero?” “¿Y si no lo consigo?”. Con buena información, muchas veces al miedo solemos ganarle la partida. 

Y no podemos olvidar que también podemos experimentar emociones positivas y son igual de válidas. Estar feliz por destetar, con ganas, sintiendo que seremos capaces, que tenemos las herramientas y que estamos listas para ello. ¡Claro que sí!

Durante el destete

Una vez ya hemos iniciado el proceso de destete se reproducen muchas emociones que habíamos previsto cuando lo planificábamos, pero pueden aparecer más. 

La frustración aparece cuando no vemos progreso en el proceso o sentimos que no tenemos herramientas válidas y personalizadas para realizarlo. Es importante pedir ayuda u orientación, de la misma manera que quizá lo hicimos al inicio, hacerlo ahora es de igual manera adecuado. 

La rabia y la decepción pueden parecer, que no siempre, cuando sentimos que nuestra pareja o nuestros familiares no nos ayudan o no lo hacen del modo que esperamos. Cuando, por ejemplo, nos dan a entender que es un problema nuestro por haber querido iniciar la lactancia. Cuando la pareja no quiere implicarse en el destete nocturno o ni tan siquiera quiere escuchar qué debe hacer para conseguir calmar al bebé sin nosotras. Estos sentimientos y situaciones interfieren mucho en el proceso de destete, que ya suele ser complicado de por sí. 

Y sí, la tristeza puede formar parte del proceso. Ya sea por ver que la lactancia se termina o por las reacciones del bebé en el proceso. Para nuestros pequeños tampoco es fácil y según la edad que tengan también se van a mostrar enfadados, tristes o nos pueden incluso llegar a ignorar. Todo esto además hace nacer los sentimientos de miedo: “¿va a ser siempre así?” “¿Voy a perder el vínculo o apego que tengo con mi hija?” 

Y no, nada de eso pasará. El vínculo o el apego que tengáis con vuestros hijos es indiferente a la lactancia. La teta ha facilitado el proceso pero ese vínculo y apego es con vosotras y volverá a normalizarse. Ellos también tienen el derecho de mostrar sus emociones. Si vuestro hijo tiene 2 años o algo más, es muy buen momento para empezar a trabajar su inteligencia emocional en el destete y poner nombre a las emociones que es probable que estén sintiendo. 

Y de nuevo puedes sentirte bien y no tener ningún sentimiento negativo en relación al proceso de destete. Puedes tener emociones y sentimientos positivos, puedes sentirte capaz y valiente, sentir que tienes las riendas de la situación y que estás consiguiendo lo que querías. 

Al terminar el destete

Cuando terminamos el destete pensamos que las emociones serán todas positivas y es verdad que esto pasa en la mayoría de las madres, pero también nos gustaría avisar que pueden aparecer sentimientos de duelo cuando la lactancia se termina. Sentir que te falta algo, que has perdido algo, que estás triste, que no puedes dejar de pensar en recuperar la lactancia… quizá puedas llegar a pensar que ha sido un error. En fin, un final no esperado y que no es nada raro, que muchas mujeres experimentan durante un par de semanas y que luego poco a poco van superando. 

Conocer los sentimientos habituales que pueden aparecer durante el periodo de destete nos puede ayudar a normalizarlas y poder sobrellevar mejor esta etapa. Aún así, si te sientes sobrepasada por estos sentimientos, sería adecuado que buscaras ayuda de una psicóloga especializada en la etapa perinatal que te permita sentirte apoyada en todo el proceso de destete.

Y tú, ¿en qué fase estás y qué sientes?