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“Ay, ¡qué marido tienes! Cómo te ayuda….”

“Ay, ¡qué marido tienes! Cómo te ayuda….”

¿Ay, los opinólogos! Recuerdo cuando nací como madre de mi primer hijo, ilusionada, muerta de amor, oxitocínica por los cuatro costados y con mi test de embarazo con un positivo candente gritando a diestro y siniestro: ¡¡¡Estoy embarazada, estoy embarazada!!!

Recuerdo cómo, de manera paralela, empezaron a brotar como por arte de magia un montón de lenguas desatadas que me alertaron: ¡Nooooo! ¡No lo digas aún!!! ¡Es muy prontoooo!!!! Yo no entendía nada, pero hice caso. Callé, investigué, no comprendí pero obedecí…”por si acaso” decían…

Fue en ese preciso instante en el que, además de nacer una madre, nacieron frente a mi, los famosos opinólogos con lo que he tenido que compartir mi maternidad y la crianza de mis hijas hasta el día de hoy, e imagino que hasta el más eterno de mis días.

Están por todas partes: en tu familia, tus mejores amigos y amigas, en el trabajo, entre los desconocidos de la calle, incluso debajo de las piedras. ¡Es realmente increíble!

 

Mi barriga empezó a crecer y ahí estaban:

Que si sería niño, que no, que sería niña.

Que si estaba tan guapa, que no, que hacía cara de cansada.

Que diera la teta, que es lo mejor, que no, que es un sacrificio infrahumano.

Que fuera a ese hospital, que no, que fuera al otro.

Que practicara natación, no, que el yoga es mucho mejor.

Cómprate tal cochecito, no, no, mejor ese otro que es más ligero… ¿Y el esteriliza biberones? No mujer, que no hace falta para nada. Ponle chupete o te arrepentirás, ni se te ocurra meterlo en tu cama, y qué bien que se duerme con los bebés…

Luego están los típicos consejos destructivos:

  • Uhhhh vas a parir en verano, qué mal lo vas a pasar con el calor sin poderte dar un baño…
  • Qué mala suerte parir en invierno, piensa que los bebés cagan tras cada toma, con tantas capas de ropa te vas a pasar el día cambiando bodies.
  • Se te ha acabado lo bueno, aprovecha ahora que eres libre. Olvídate de cenas y vida de adulto, en breve no vas a saber ni pronunciar una frase seguida porque todo se te va a olvidar.
  • No volverás a ser la que eras.
  • No reconocerás tu cuerpo, y blablablabla.

Pares y da igual que sea el parto de tus sueños, o que hayas estado 48 horas dilantando para acabar con una cesárea y que los puntos no te dejen ni levantar de la cama, que ahí están:

  • ¿Otra vez al pecho?
  • Como no le pongas limites ahora no te lo sacarás nunca de encima.
  • ¿Dónde tienes el chupete? ¿No tienes?
  • Esta marca de pañales es una porquería, compra de los otros.
  • Ui chica, que cara de cansada, maquíllate un poco que pareces un muerto.

Primeros días en casa, pechos doloridos, en plena cuarentena y piel con piel:

  • Este niño tiene los pies fríos, abrigalo un poco.
  • Esta niña duerme mucho, ¿quieres decir que es normal?
  • Esta niña no duerme nada, eso es que le pasas los nervios.
  • ¿Ya comes? Mira que si no comes te quedarás sin leche.
  • ¿Quieres decir que tu leche alimenta, yo a este niño lo veo muy nervioso…
  • Vete a dar una vuelta que pareces una alma en pena. Yo le doy un biberón que crecen igual.
  • ¿Ya te ayuda tu marido?

Sales de casa:

  • Uiiiii! ¿ya sales de casa? Mira que hay un virus en cada esquina.
  • Qué abrigado lo llevas, le va a coger el sarampión.
  • Qué destapado va, mira que los bebés enseguida cogen frío.
  • Ui, miralo, en ese cochecito se va a perder.
  • Tan pequeño en un portabebés, es que sois muy modernas las madres de hoy, se te va ahogar.
  • Ay, ¡qué marido que tienes! ¡Cómo te ayuda, eh…!

Cumple 1 año:

  • ¿Aún le das teta si ya tiene dientes?
  • ¿Ya no le das teta? La OMS dice que hasta los 2…
  • ¿No anda todavía?
  • Es demasiado pronto para que ande, se le van a arquear las piernas
  • ¿Ya trabajas? Pobrecito, qué mal lo debe estar pasando tan pequeño…
  • ¿No trabajas? Claro como te lo puedes permitir…
  • ¡Ah! ¿Es una niña? Como no lleva pendientes…
  • ¡Ah! ¿Es un niño? Con esas melenas…
  • Ay, ¡qué marido que tienes! ¡Cómo te ayuda, eh…!

Cumple 2 años:

  • ¿Todavía le das teta?
  • Claro que hace rabietas, como lo tienes malcriado.
  • En mochila todavía, ¡ese niño debería andar!
  • Ya te lo decía, que tanto auparla y de mayor no querría andar.
  • ¿Que aún se despierta por la noche? Ay mujer, mira que te avisé…
  • ¿Qué haces en el parque, no va a la guardería?
  • ¿Va a la guardería? Pobrecito tan pequeño…
  • Ay, ¡qué marido que tienes! ¡Cómo te ayuda, eh…!

Cumple 3 y yo embarazada del segundo:

  • ¿Que es niño o niña? – Niño  – Ay que pena… ¿querías la parejita no?
  • ¿Que es niño o niña? – Niña  – Ay que bien, ahora el tercero para desempatar
  • ¿Embarazada ya? No sabes lo que has hecho
  • ¿Embarazada? Ya era hora mujer, se llevaran un montón de tiempo.
  • Ui los celos… lo va a pasar tan mal…
  • Ya puedes prepararte, si estabas cansada ahora caerás muerta.
  • Claro, como no lo has llevado a la guarde ahora prepárate porque vas a destronar al príncipe.

El segundo cumple 2, el primero 5 y estoy embarazada del tercero:

  • ¿Otra vez embarazada? Lo siento…
  • Otra vez embarazada…¿Era buscado?
  • ¿Otra vez embarazada? Lo siento…
  • Otra vez embarazada…¿Era buscado?
  • Menos mal de tu marido que es un padrazo.

 

Sí, lo sabemos, si estás leyendo esto es muy probable que toda esta parrafada te la sepas de memoria, al fin y al cabo nos sucede a la mayoría de madres cuando nacemos:

“Niño con pan bajo el brazo, madres con el lastres eterna culpa y un opiniólogo en cada esquina dispuesto a decirte el qué, el cuándo, y el cómo de mal lo estás haciendo”, pero…¿Qué podemos hacer cuando la ciencia de la opinología aún no te deja indiferente? Digo aún, porque podría prometerte y apostar muy alto, que llegará un día que te reirás de cada metedura de pata de tu entorno, pero..¿y ahora?

¿Cuándo nos quema más? Cuando es un desconocido quien nos dice cómo debemos criar a nuestro bebé o cuando tienes tres hijos y es tu amiga del alma que tiene solo un hijo la que te envuelve a consejos milagrosos… ¿Quizás cuando es tu madre? Porque seamos sinceras, hay gente que nos sorprende positivamente, pero hay otra que nos decepciona mucho cuando nos convertimos en madres, a menudo no nos esperamos que esa persona nos hable en según qué tono, y aunque sabemos que no es con mala intención, cuece.

Quizás en vez de preguntarnos qué nos hiere, podríamos preguntarnos: ¿Quién nos hace felices? ¿Quién nos hace sentir cómodas? ¿Reconfortadas?

¿Esa mami del grupo de crianza que no conozco de nada pero me entiende como si fuera mi hermana? ¿Mi pareja? qQue aunque no se ha leído la mitad de mis libros, me abraza con la mirada y me apoya con toda su alma… Mi mejor amiga, que no es madre pero no me juzga y le quita hierro al asunto haciéndome reír a carcajadas cuando mas lo necesito? ¿Quizás esa instagramer que explica su experiencia en la red y hace que me sienta comprendida?

Cuando los comentarios sin filtro nos queman, es un buen momento para poner el filtro nosotras mismas, plantearnos qué es lo que nos conviene de verdad y responder con sonrisas exageradas a las opiniones desafortunadas.

¿Y vosotras? ¿Cómo lo habéis gestionado?

7 comentarios en «“Ay, ¡qué marido tienes! Cómo te ayuda….”»

  1. Leo cada uno de los comentarios y me veo reflejada en el 99 % de ellos. Que fácil es hablar, opinar, decir, aconsejar,….. a todas aquellas recién paridas, apunto de parir o embarazadas…. mi mejor consejo es que hagáis todo aquello que os salga del corazón ❣ porque nadie lo va a hace mejor que vosotras ❤️

  2. Guau Cris! Quina bona estona m’has fet passar!! M’he rigut molt molt i es que no m’he lliurat de cap d’aquests comentaris fins els 2 anys… De veritat segueix escrivint tot el que penses que es lo teu i ajudes moltes persones segur ?

  3. Es artículo está muy bueno pero “¡Ay!” como exclamación se escribe Ay, no Ai, perdón… Si ya sé que soy fastidiosa, parezco opinóloga jajajaj

  4. Aix! Creo que me han dicho la mayoría de los comentarios que dices y eso que sólo tengo un hijo de 18 meses!
    Yo tengo una respuesta para todos los comentarios relacionados con portear, dar teta, coger en brazos, mamitis, etc: “Aprovecho ahora que después ya no podré tenerlo así”. Os aseguro que funciona, siempre callan e incluso he hecho reflexionar a más de una (porqué si, no nos engañemos, el 80% de las veces son mujeres).

  5. Mi pareja y yo vamos a ser papás y ya estamos, sobre todo yo (su marido, de escuchar opiniones y de que intenten dirigirnos y marcarnos los tiempos hasta la punta de… No hay momento en el que no piense en mandar a esa gente a tomar por… Pero claro, hay que ser correcto y comerse con patatas lo que cualquiera, sea o no familiar, tenga a bien decirte. Hablan de que tenemos que ser empáticos. Eso está muy bien, pero, entre empatía y empatía, quien se cuece y hierve por dentro es uno mismo. En ocasiones, le digo a mi pareja que voy a juntarlos a todos y a decirles amablemente que los padres de la criatura somos nosotros y que si, en algún momento, necesitamos consejo, ya le pediremos, pero que, hasta entonces, por favor, cremallera. Otra opción sería ponerme a opinar de sus vidas y sus cosas, a ver qué les parece. Seguro que lo hacen con la mejor intención, pero…..

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