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¿Cómo saber que la lactancia ya está establecida?

¿Cómo saber que la lactancia ya está establecida?

“Buenas, soy una madre primeriza y tengo una duda: ¿cómo saber que la lactancia ya está establecida? Todos a quienes consultamos nos dicen que sucede entre la cuarta y la sexta semana de vida del bebé, otros que a los 15 días ya está establecida… ¿Cómo podemos saberlo?”

Intentaremos explicaros qué entendemos por el concepto de “lactancia establecida”.

Lo primero que tenemos que saber es que los bebés aprenden a mamar intraútero, pues todos sus reflejos deben estar a punto nada más nacer para buscar el pecho, agarrarse y succionar. Así que pasan semanas en el útero succionando, tragando (reflejo de deglución) y girando la cara cuando la placenta les roza las mejillas (reflejo de búsqueda).  

Y a las madres también les pasa lo mismo. Durante el embarazo las madres se pueden preparar, leer, mentalizar, informar e, incluso, ir a grupos de apoyo para ver a las madres amamantar. Pero hasta que el bebé no nace no llega la verdadera prueba de fuego con la lactancia.

Así que, durante las primeras semanas se considera que ambos están aprendiendo y todo se debería ir consolidando.

 

¿Cuáles son las señales que nos van a indicar que todo va bien?

Lo que debemos grabar a fuego es que la lactancia tiene que ser placentera para la madre y eficaz para el bebé, esa es la clave que nos va a dar una primera idea de si la lactancia está o no establecida. Habitualmente, llegados a las 4-6 semanas, la madre no debería tener ningún tipo de dolor o molestia en el momento de amamantar. Si tiene grietas o dolor, eso indica que algo aún no está afianzado y que hay que buscar más ayuda.

Además, el bebé debe estar feliz e ir aumentando de peso, lo que quiere decir que debe ganar un mínimo de 20-30 gramos al día desde el nacimiento hasta las 6 semanas de vida. Si no aumenta de peso correctamente, aún no podemos cantar victoria. Es necesario ayudar a la madre con el asesoramiento adecuado para normalizar la situación lo antes posible.

Si, por contra, ambas partes están evolucionando positivamente, podemos considerar que la madre y el bebé se han sacado la práctica con cum laude. La glándula empezará a funcionar casi de manera autocrina, la madre se sentirá más segura y con mayor capacidad a la hora de entender qué necesita el bebé y, por supuesto,  el bebé ya será todo un experto en la materia. A partir de ese momento, a menos que pase algo extraordinario, la lactancia fluirá sola. Eso sí, que fluya sola no quiere decir que no aparezcan dudas, otras dificultades, aumentos de demanda, cambios en el bebé o que la lactancia vaya a ser siempre igual y que la madre no vaya a necesitar más ayuda.

 

 

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