“Fui perdiendo la confianza en mí”: relato
Hoy os dejamos el relato de lactancia de esta usuaria, a la que sus problemas con la lactancia la llevaron a dudar de su instinto: “Fui perdiendo la confianza en mí”. | Puedes mandarnos tu relato a [email protected]
Cada día era una batalla. Estaba convencida de que podría alimentar a mi hija, y los primeros días parecía ir genial. Las profesionales me decían que el agarre era bueno, aunque el dolor era intenso. Pasaron las semanas y el peso iba bajando. Nadie veía nada mal y tooooodo el mundo me insistía en suplementar con fórmula. Las pediatras nos convocaban cada dos días para realizar pesaje. Dejé de ir a las citas yo porque no podía resistir la presión, sus juicios, la infantilización, y al padre no le soltaban esas frasecitas. No le ponían la situación tan mal como a mí.
Fue horrible. Pedí cita con diferentes matronas que intentaron ayudar, pero era verano y cada día había una nueva sustituta cubriendo la plaza del ambulatorio. Con la asesora de lactancia intercambiábamos vídeos de tomas y videollamadas. Era época postcovid y no había grupos de apoyo ni calorcito humano en general.
Las tomas eran un verdadero ejercicio físico: posturas imposibles para facilitar agarre, sacaleches para intentar aumentar la producción… Apenas había descanso. Fui alejándome de mi instinto, fui perdiendo la confianza en la lactancia y en mí.
Mi compañero ya no estaba en el mismo barco y decidió que lo mejor sería suplementar. Yo no estaba de acuerdo con ello, pero dudaba de todo. No sabía si había perdido la cordura y realmente estaba jugando con la salud de mi hija. Fue muy estresante.
Decidimos suplementar. Me costaba en cada toma ver el biberón, dárselo, me sentía horriblemente mal por no poder llenarlo con mi propia leche (las extracciones con el sacaleches eran muy escasas en cantidad). Aún así no me rendí, mi compañero me recordaba el esfuerzo que estaba haciendo y lo buena amatxu que estaba siendo para nuestra pequeña.
Fui disfrutando de la lactancia, conseguimos reducir la suplementación. A los cuatro meses empecé a disfrutar incluso de cómo se tomaba el biberón. Intenté con jeringuilla, con vasito, con todo… Pero estábamos en un bucle sin fin: teta más jeringuilla más sacaleches y vuelta a empezar. Así que fuimos intentando minimizar para poder hacer otras cosas. Fue una auténtica batalla. Hubo mucho dolor, sensación de traiciones y falta de apoyo… Creo que una de las etapas más oscuras y de fragilidad que he vivido.
A los cuatro meses pudimos hacer tribu, ¡por fin! El grupo de yoga postparto me ayudó a volver. Hoy puedo decir que a mi hija de dos años y medio le encanta tomar titia (ahora puedo hasta salpicarle un ojo jugando con mi leche) y disfrutamos muchísimo de nuestra luchada lactancia.
No fue fácil, ¡y no me lo esperaba! Tuvimos un embarazo estupendo y un parto divertido y disfrutado. Todo esto me pilló desprevenida. Nunca en mi vida he vivido con tantas dudas, sin saber qué hacer y cómo reaccionar. Estaba fuera de juego.
Espero y deseo que las mujeres que tengan que transitar por esto tengan apoyo profesional formado y actualizado y sostén emocional. La lactancia es un súper poder, es hermosa. Y sin embargo, también puede ser muy dolorosa.
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