"En el momento en que dejé de darle el pecho me reconcilié conmigo misma y con mi hijo"
Cuando una madre no logra amamantar como esperaba, ¿qué pasa? ¿Cómo se siente?
Mediante los generosos testimonios de diferentes mujeres, vamos a intentar exponer este delicado tema encima de la mesa. La mayoría de madres tenemos intención de amamantar pero la lactancia es un camino que recorremos, que no siempre es fácil y soleado, y que cada una afronta desde sus recursos y posibilidades.
No existe el camino ideal, solo unas lejanas directrices sobre una ruta “recomendada”, que muchas veces no se parece en nada a la que vamos haciendo. Con esta entrada (y alguna más que tenemos en el tintero) queremos dar visibilidad a aquellas lactancias que no son de manual, que conllevan mil dificultades y que terminan su camino mucho antes de lo que la madre deseaba. Eso no significa que sean malas lactancias, solo reales, fruto de las circunstancias de cada uno. Queremos dar las gracias a todas por ofreceros a participar y a relatar lo que ha sido y significado para vosotras no poder amamantar como habíais deseado. No hemos publicado todos los testimonios que nos han llegado, pero intentaremos hacerlo próximamente.
Siempre decimos que es muy importante que las madres preparen su lactancia desde el embarazo: leer, ir a grupos de apoyo, ver a otros bebés mamar… pero existen circunstancias que no podemos controlar:
“Nada podía parar mi lactancia, estaba mentalizada, era lo que quería para mí y mi hijo. No quería saber nada de bibes, chupetes… hasta que a las 34 semanas me pusiese de parto, ¡todo un imprevisto! No esperaba que mi hijo fuera prematuro. Seguidamente perdí mi identidad, se llevaron a mi hijo cuando yo necesitaba tenerlo en el pecho y me dieron un sacaleches, que me causó grietas y mucho dolor. Qué cosa más fría y dolorosa.
Pero un parto a término tampoco asegura el éxito y cuando los bebés no ganan peso o la pérdida que tienen es excesiva todo se puede torcer:
“Cuando al cuarto día de nacer tuve que darle bibi porque con lo que tomaba de mi pecho se quedaba con hambre, la impotencia, la rabia, la desconsolación y el sentimiento de culpa se apoderaron de mi”
“Todo parecía ir bien, la niña hacía pecho a demanda, y esto significaba tenerla pegada casi las 24 horas del día. Las noches se hacían eternas, Mariona estaba inquieta, lloraba, tenía hambre. La primera visita con el pediatra fue la alerta de que algo no funcionaba, Mariona había perdido 320 gramos, hacía 8 días que había nacido. Para valorar esta pérdida, dejamos tres días más de margen, y seguía perdiendo peso”
“Mi nena a los 15 días en vez de ganar, perdió peso. La hicieron análisis de orina a ver si era infección, como no era empecé con mixta, el problema era que primero la daba el pecho la niña se llenaba y no quería bibe y me la pesaban y seguía igual y al final de darla cada vez menos pecho se me fue”.
Es aquí donde las expectativas y la realidad chocan de pleno y los sentimientos de las madres se disparan:
“No disfruté de la maternidad durante ese periodo. Era un castigo continuo darle ese bibi. Y si lograba toma completa con el pecho era feliz. Hasta que un día me vi sacaleches en mano y me dije: hasta aquí hemos llegado. En el momento en que dejé de darle el pecho me reconcilié conmigo misma y con mi hijo. Recuerdo esa etapa como la más triste cuando tenía que haber sido todo lo contrario. He llorado mucho y aún hoy no puedo evitar que alguna lágrima aflore al sacar el tema pero he aprendido que si no pudo ser, no pasa nada”
“Eso sí, si tenéis que darle biberón, siempre miradlos a los ojos porque ahí está la magia y la conexión entre los dos.”
Lidiar con los comentarios de la familia y los sanitarios no es nada simple y todos ellos pueden causar más presión y angustia a las madres. Y aunque dejen la lactancia, o lo hagan de manera parcial… las criticas siguen:
“Mi alrededor tampoco ayudaba: “¡Este niño siempre tiene hambre!”, “No es normal que siempre esté comiendo”, “Es que te lo pones de una manera muy rara”, “Es que las mujeres de hoy no tenéis leche”.
“Los comentarios de la gente que muchas veces te hacen sentir una mierda además por desgracia con dos meses pilló una bronquiolitis y ahí empecé a sentirme peor pensando que era por no darle pecho”
Y poco a poco, con el tiempo, entender qué pasó, comprender que la culpa no sirve de nada y perdonarse, y recobrar el equilibrio:
“Apareció la sensación de culpa, la envidia, la rabia por no poder dar pecho… La falta de vínculo con mi hijo donde todavía la estamos reconstruyendo poco a poco.”
“He tardado en sentirme bien, a no pensar que era menos madre. Tengo tres hijas de las que estoy disfrutando mucho. Es claro cuál era mi deseo, ojalá hubiéramos alargado más, ojalá no tuviera este problema…”
Gracias a todas por ayudarnos ha hablar de este tema tan complicado y que remueve tantos sentimientos.
Gracias a:
María Cruz Matilla Ortega
Patricia Nieves
Maria Casanovas
Verónica Maderuelo
Todas las madres que hayan experimentado lactancias similares pueden encontrar apoyo en el grupo de Facebook: Madres que no han podido dar el pecho.