"Ya no me hace falta la aprobación del espejo"
Hoy hacemos difusión de uno de los testimonios más valientes que hemos compartido hasta ahora: María, una mujer de 36 años, nos cuenta cómo ha conseguido superar un importante trastorno de alimentación gracias a su hijo y a la lactancia. Gracias María por cedernos tus alentadoras palabras y te felicitamos profundamente por tu preciosa evolución y todo el poder que transmiten tus amorosas palabras.
Soy María, tengo 36 años y he sufrido un trastorno de alimentación durante 15 años, llevo 5 años de terapia y he de reconocer que hay un antes y un después desde el nacimiento de mi hijo y puedo afirmar categóricamente que mi lactancia juntamente con mi hijo me han curado.
El embarazo fue una gran sorpresa, ya que fruto de mi enfermedad las reglas eran escasas y muy irregular, sabía que no sería fácil quedarme embarazada y no estaba en nuestros planes. Pero, de golpe, apareció ese positivo que me llevó a tomar conciencia de la importancia de la alimentación. Fue un embarazo que me llevó al borde del abismo: o comía o lo perdía, ya que pesaba 52kg y mi altura es 1.79cm. La comadrona que me vio en el primer control me lo dijo muy claro.
El embarazo fue fantástico, sin dolor y con un montón de sensaciones y experiencias que nunca pensé que viviría con tanta intensidad. Lo más difícil era la alimentación pero no me rendí y todo salió bien. Además, mi cuerpo para compensar cogió 25kg de reservas por si acaso volvía a haber restricciones de comida. Seguí una dieta para embarazadas para no engordarme pero que incluía mucho más de lo que yo conseguía comer hasta la fecha. Tuve que hacer verdaderos esfuerzos porque me parecía una barbaridad ingerir mil calorías – maldito trastorno – pero lo hice.
El nacimiento de Antonio fue un parto normal (completamente intervenido) del que en esos días no tuve ninguna queja (ahora sí) vi el milagro de la vida en mis brazos y comenzar a amamantarlo fue una prolongación de este milagro.
Antonio pesó 2.420 gramos y estaba perfecto pero aun así no pude evitar la tentación de darle bibes de ayuda. Pero como no podía soltarlo de mis brazos, la lactancia materna se instauró completamente y, en menos de un mes, él rechazaba las ayudas y yo me sentí capaz de “nutrir” en todos los sentidos y así hasta hoy, que han pasado tres años y medio y seguimos.
Cuando afirmo que mi lactancia es la responsable en mayor medida de mi recuperación, lo hago porque la parte emocional con este vínculo con mi hijo me ha devuelto este amor que me había faltado antes, amor intenso y real en cada mirada y en cada gesto. He tenido el placer de comprobar cómo nos nutrió a los dos al mismo tiempo y como, a cada paso, yo ganaba seguridad, serenidad y, por fin, paz conmigo misma. Cada vez que mi hijo me ha regalado un rato de lactancia, para mi era un rato de amor puro.
En la parte física, me ha servido para tener consciencia de la importancia de comer de manera equilibrada y perder muchos de los miedos y he de decir que ha sido mucho más fácil enfrentarme a comer ya que he descubierto que el fondo de mi “problema” o enfermedad estaba muy lejos de una cuestión de comida.
Este verano tuve la ocasión de volver a vivir este efecto sanador que personalmente veo en la lactancia.
Coincidiendo con el tercer aniversario de Antonio, descubrimos que volvía a estar embarazada, otra vez volvía a experimentar esta inmensa alegría de llevar dentro una nueva vida. Confieso que me dolían los pezones pero gracias al trabajo en el grupo de lactancia y la experiencia de otras madres, yo confiaba en que serían unos días y que podría aguantar (esto unido a una infección bestial que sufrí un año antes con verdadero dolor), así que quería llegar a disfrutar de la lactancia en tándem. Lo había visualizado todo. Curiosamente, mientras tanto Antonio hizo un cambio y comenzó a comer y a comer de una manera sorprendente, y supuse que la producción o el sabor de la leche habían cambiado
Fueron seis semanas preciosas… Hasta que nos dieron la inesperada noticia de que no progresaba el embarazo. Fue abrumador, esta vez yo me encontraba mejor que nunca para tirar adelante un embarazo y con mi historial no pensaba en la posibilidad de que alguna cosa no fuera bien se hiciera realidad… Dolorosa realidad… Decidí esperar e intentar perderlo de una manera natural, por mí misma…
Y Antonio me ayudó, gracias otra vez a la lactancia. Él volvió a pedirme pecho con más intensidad y, en estas ocasiones, yo sentí que me cuidaba con sus caricias e incluso diciéndome “mamá, te quiero”… con la teta metida en la boca… Estos diálogos son reparadores. En esos momentos, agradecí que no se hubiera destetado. Agradecía tener la información y no sucumbir a la presión de sentirme culpable por no haberle negado la teta ya que hubo quien vio la explicación de la pérdida del embarazo en eso…
Tuve que esperar seis semanas más hasta que llegó el momento, que sucedió una tarde septiembre como si fuera un parto. Fue en casa y tan pronto como pude lo dejé volver a mamar. Cuando él mamaba, notaba como se aceleraban las contracciones del útero.
Él siguió mamando como siempre (¿es de alta demanda o soy yo?). Y, en esta normalidad precisamente, volví a encontrar otra vez la ayuda con la lactancia. Necesitaba tanto afecto y él me lo daba, la lactancia es para mi como inyectarme AMOR PURO EN VENA. ¡Igual de efectivo!
Por descontado que recibo amor, afecto y comprensión de mi marido y mi madre, pero no es similar a este tipo de vínculo que se establece con la lactancia.
No quiero hablar de los beneficios para mi hijo porque ya los conocéis de sobras, solo quería compartir con vosotros los beneficios reales y tangibles que la lactancia ha tenido en mí. Ya no me hace falta la aprobación del espejo, la lactancia me ha ayudado a ser útil y querida.
Un gran abrazo.
Experiencia recuperada del blog Som La Llet (Diari Ara Criatures) de Alba Padró, con el consentimiento explícito de la madre.
2 comentarios en «"Ya no me hace falta la aprobación del espejo"»
Simplemente precioso. Mi experiencia es muuuy parecida así que me he visto reflejada. Mi hijo pegadito a mí cada día y cada noche (todavía con sus 17 meses las pasamos medio en vela) me hace sentir única y sobre todo unida a el para siempre. Gracias
Muchas gracias por compartir parte de ti es increíble . He llorado y me eh perdonado y le eh pedido perdón a mi hija por que no habia dado cuenta cuan valioso es dar de Lactar que es como lo dices en realidad es dar amor puro . Me eh sentido refleja y ahora quiero dejar de hacerme daño con esta enfermedad por mi y por mi hija.