
“Parecerá raro pero no quiero que la cicatriz se vaya del todo”
Es asombrosa la magia y la generosidad que sale de las madres, cuando publicamos un relato que nos habéis compartido, se genera por un lado una complicidad con las madres que se identifican con la historia contada y por otro lado las ganas de ayudar de querer ayudar más compartiendo nuevas historias.
Muchísimas gracias María por tu generosidad y felicidades por tu valentía y por no dejar de buscar ayuda. Aquí os dejamos con María y su historia.
El inicio en el hospital
¡Hola! A raíz de ver otras historias me he animado a contar la mía.
Un 30 de marzo de 2024 nació mi niña. Era un sábado lluvioso de Semana Santa. El lunes cuando me dan el alta llega la matrona de lactancia. Dos días después del nacimiento. En ese momento me estaba desnudando para ducharme y ella me comentó que un rato venía para no molestarme.
Todavía sigo esperando. Insistí tres veces y tras horas esperando antes de irme del hospital porque obviamente lo que quería era irme a mi casa a descansar. Me sigo acordando mucho de este momento porque igual me hubiera evitado lo que me ocurrió después o quizá no, quién sabe…
4 veces a urgencias
A las semanas de tener a mi niña (utilizando pezoneras y habiendo solventado el dolor por grietas) comienzo a notar un bulto en un pecho. Tenía pinta de mastitis. Fui al ambulatorio y efectivamente me dieron todas las recomendaciones para que esa acumulación de leche desapareciera. Los días pasaban y aquello no había forma de quitarlo. Volví a ir dos veces al centro de salud y allí me dijeron que me fuera a urgencias, que tenía mala pinta y que había que desobstruir aquello.
Fui 4 veces a urgencias. 4 veces y no exagero. 4 veces que transcurrieron en dos semanas y llevaba casi un mes con ello. Hasta que la última vez que fui ya iba con un bulto que parecía una pelota de ping pong que supuraba pus.
Fueron días horribles, ya no sólo por el dolor sino por el cóctel de hormonas que tenía acumuladas, la soledad que sentía y el sentimiento de estar perdida.
Por fin sentí que alguien me hacía caso
El resultado: operación con anestesia general y tener que separarme de mi niña, eso era lo que más pánico me daba. Aún así una de las sanitarias decía que podíamos intentar sacar el líquido presionando. Gracias a que otro médico se opuso y dijo: “No, vamos a hacer las cosas bien y lo vamos a limpiar todo”.
Yo sentía que por fin alguien me hacía caso y me iban a quitar aquel peso de encima. La operación salió bien, aunque con muchos nervios y pensando en que mi bebé no quería ningún biberón y lloraba.
La odisea fue a más
Creía que lo peor se había acabado, pero la odisea fue a más. Un viernes me dan el alta y allí mismo la herida del catéter que me hicieron comenzó a supurar. Me dijeron que no me preocupara, que ya se cortaría. Después de toda la tarde en casa poniendo compresas paró.
El domingo volví a urgencias. La herida del pecho supuró. Una mezcla de sangre y leche. Me mandaron a casa con las mismas, ya que el miércoles tenía revisión, y que igual había que acabar con la lactancia materna. Yo estaba hundida, después de todo lo que había sufrido no quería abandonar, no sabía otra forma que cuidar a mi pequeña que con el pecho.
Al día siguiente volví a ir porque eso tenía peor pinta. Salía más leche y los puntos se estaban quitando. Por fin me atendieron y me lo limpiaron bien. Ahora tenía un agujero abierto de 5 centímetros en mi pecho que se tenía que ir cerrando de dentro hacia fuera.
Estuve otro mes yendo cada dos días a que me curaran. Yo seguía en una nube de sufrimiento pensando en que la pesadilla no se iba a acabar nunca. Daba el pecho y a la vez seguía saliendo leche de la herida, me faltaban manos, no podía verme aquello. Tenía pánico a tumbarme y dormir por si me desbordaba.
Un mes después la herida se cerró. Ahora tengo una cicatriz que cada día es menos visible y parecerá raro pero no quiero que se vaya del todo. Por el camino me he encontrado con profesionales de 10 tanto en su ámbito profesional como en el humano, pero creo que podría haber soportado mucho menos si se hubieran hecho las cosas bien. Creo que hay mucha desactualización entre algunos profesionales.
Esta es mi historia para que sepas que no estás sola
Con mi pequeña de 15 meses seguimos disfrutando del pecho ambas. Y no quiero contar esta historia como un acto de heroicidad ni nada por el estilo, porque habrá madres que si están en una situación parecida querrán dar el biberón y su bebé acepte, pero yo quería seguir y como he dicho no sabía hacerlo de ninguna otra forma. Cada maternidad es única y sólo quería contar mi historia para que sepas que no estás sola (L)