25 N: presiones y cancelación
El 25 N, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, es una fecha para mirar de frente las múltiples formas en las que la sociedad sigue ejerciendo violencia sobre nosotras. Algunas son visibles y terribles; otras, más sutiles, se cuelan en los espejos, en los comentarios, en los anuncios y en los juicios silenciosos que pesan sobre nuestros cuerpos.
Entre ellas, la violencia estética ocupa un lugar central. Es esa presión constante para mantenernos jóvenes, delgadas, firmes, deseables. Es la exigencia de que nuestros pechos —símbolos de vida, alimento y ternura— sigan siendo también símbolos de deseo y “perfección”.
Al mismo tiempo, las creadoras de contenido relacionadas con la lactancia y la maternidad vivimos bajo la presión y el miedo de ser canceladas en cualquier momento por estar facilitando la accesibilidad de información de salud sexual y reproductiva de la mujer.
La contradicción de ser madre y seguir “perfecta”
La cultura quiere que nos creamos que podemos con todo: criar, amamantar, trabajar, cuidar, amar, ser exitosas y además tener los pechos turgentes, la piel lisa y la sonrisa perfecta. Y nos transmite que las que se esfuerzan y no “descuidan” su cuerpo, consiguen no mostrar las marcas del paso del tiempo o de la maternidad.
Pero ese ideal es una mentira cruel. Una exigencia que solo genera culpa, frustración y desconexión con nuestros cuerpos. Porque no existe esa mujer que lo equilibra todo, que no se desborda, que no cambia. No existe esa madre que atraviesa la maternidad intacta.
Y sin embargo, nos lo creemos, lo perseguimos, y nos duele no alcanzarlo.
Es más, podríamos plantearnos por qué querríamos que nuestro cuerpo no mostrara que hemos sido madres.
No existe esa madre que atraviesa la maternidad intacta.
La censura a la lactancia: otra forma de violencia
La contradicción llega aún más lejos cuando incluso los espacios dedicados a apoyar la lactancia materna son censurados.
Recientemente, el canal de YouTube de LactApp fue cancelado por mostrar pechos femeninos en el contexto de vídeos educativos sobre lactancia y maternidad. No se trataba de contenido sexual, sino de mucho material informativo y clínico que tenía el objetivo de apoyar a las madres en sus lactancias.
Esta cancelación no solo borra un trabajo de tantos años, sino que limita el acceso a información esencial para un público especialmente vulnerable: madres que necesitan apoyo real, visual y accesible.
Censurar los pechos que alimentan mientras se glorifican los que se muestran sexualizados es otra expresión del mismo problema: una cultura que decide qué cuerpo femenino es aceptable y cuál debe ser ocultado.
La eliminación del canal nos deja sin herramientas para recuperar y difundir ese contenido, pero sobre todo también deja a las madres sin un recurso seguro, gratuito y confiable.
Y esto, también, es violencia.
Una cultura que decide qué cuerpo femenino es aceptable y cuál debe ser ocultado
25 N: Respetar los cuerpos que cambian es un acto político
Respetar los cuerpos de las madres es también una forma de resistencia.
Cada pecho que alimenta, cada arruga que aparece, cada marca que queda, cuenta una historia que merece ser celebrada, no escondida.
Nuestros cuerpos no necesitan reparación. Necesitan respeto, descanso, reconocimiento y amor.
Cuando miramos con ternura nuestros propios procesos, desarmamos el discurso que nos quiere eternamente jóvenes y disponibles. Cuando honramos los cambios, abrimos espacio para que nuestras hijas y las hijas de nuestras hijas crezcan sin miedo a transformarse.
Por eso, este 25N hablemos también de esa violencia que se cuela en los espejos.
Hablemos del derecho a existir sin filtros, del derecho a cambiar, del derecho a no ser perfectas.
Porque respetar los cuerpos de las madres es respetar la vida misma.