Hoy no compartimos un relato bonito y amoroso. Hoy es el Día Mundial de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que, lamentablemente, tal y como indica Naciones Unidas, todavía afecta hasta un 70% de mujeres a nivel mundial. Así que no podemos evitar hablar de la violencia que existe también contra las madres lactantes, sobre su capacidad de decisión, sobre el continuo cuestionamiento sobre su cuerpo y su capacidad de producir leche por sí mismo, sobre la falta de formación e información que envuelve la atención a la madre lactante en entornos sanitarios, sobre el infinito e inexplicable mantenimiento de los mitos sobre lactancia que atacan sin cesar la vivencia de esta experiencia única que es amamantar a nuestro bebé. Por eso, el relato que os compartimos hoy no es bonito, pero es real y nuestra labor también pasa por visibilizar estos casos de desatención y mala praxis.

Agradecemos enormemente a Sofía Bonilla, que no solo nos ha compartido su vivencia sino que también ha tenido el valor de denunciarlo legalmente para que esto no le pase a otras mujeres en la misma situación.

¿Existe la violencia de género sobre las madres que amantan a sus bebés por parte de los profesionales médicos?

Puede que, dicho así, suene radical y poco creíble; pero a día de hoy, por mi propia experiencia y de otros muchos casos, que he conocido después, lo tengo claro: Sí.

Os cuento mi caso: Tras cinco visitas a Urgencias del Materno-Infantil y tras haber acudido previamente a mi médico de familia, por dolor intenso en una mama, me diagnostican mastitis y me ponen antibiótico. Al empeorar, vuelvo a urgencias, una y otra vez, donde me cambian el antibiótico y me recomiendan dejar lactancia. La tercera vez que acudo a urgencias, consigo que me realicen un cultivo (que luego resultó ser un frotis), bajo “amenaza” de no marcharme de allí hasta que me lo hicieran. Como ya he dicho, al ser un frotis y no un cultivo lo que me hicieron, el resultado sale negativo y me dicen que no es mastitis sino obstrucción mamaria, me vuelven a mandar a mi casa y  a insistir en que abandone la lactancia. Una semana después decido acudir a una matrona privada y ella sí me hace un cultivo real que sale positivo.

Tras esto acudo de nuevo a urgencias con el cultivo, pagado de mi bolsillo, por quinta vez, a que me ingresen para ponerme por vena el antibiótico adecuado para dicha bacteria. Allí el jefe planta, me dice que si quiero me ponen el antibiótico, pero que, según él, no me va a servir de nada, ya que no es una mastitis sino una obstrucción mamaria. Así que este buen hombre, no tiene otra cosa que estrujarme, literalmente, el pecho y decirme que aunque me duela mucho, me tengo que aguantar y sacarme la leche, de nada sirvió que yo le dijera que no me salía apenas unas mínimas gotas. Me provocó dolor hasta hacerme llorar, y no me considero una persona quejica, mi pecho estaba rojo y duro como una piedra. Para rematar, otra doctora, insistió en repetir de nuevo el cultivo, para lo que me tenía que volver a apretar para sacarme otra muestra de leche: salí de la sala, llorando y temblando como una cría. Y por supuesto, me volvieron a recomendar la suspensión de la lactancia.

Tres días después me fui a otro hospital a operarme un abceso de cinco centímetros y medio litro de pus.

Si este tipo de problemas médicos ocurriesen también en hombres ¿se actuaría de la misma forma? A día de hoy lo tengo claro: NO.

El dolor físico y emocional (ya que me hicieron dejar la lactancia, aunque con mi constancia, tiempo después  retomé), no tiene ningún sentido, ya que es tan fácilmente evitable, a través de un cultivo. Entonces, ¿por qué ningunean de esta a manera a las mujeres y a la lactancia?

Respondan ustedes.