Hoy os compartimos un relato breve, pero directo y sincero de Iris, que nos cuenta que no siempre son fáciles los inicios y la importancia de ir día a día, contando con el apoyo incondicional de nuestro entorno.

Salí del hospital con un agarre maravilloso (¡ja!) Esa misma noche, la primera noche, empezaron a sangrarme los pezones. Era incapaz de acercarme a mi hijo al pecho sin llorar. Decidí con todo el dolor de mi corazón, darle fórmula.

Al día siguiente fui a ver a una pediatra conocida de mi suegra. Iba para que me diera medidas de polvo/agua. Pero ella, como si lo supiera, me miro y me dijo: -¿Tu que quieres? Y yo lloré. Lloré como una niña pequeña mientras decía que quería dar el pecho.
Me acuerdo que sonrió y me dijo: “Lo más importante es que tú estés bien. No lo vas a tener fácil. Debido a como fue tu parto, aún no ha llegado la subida, y es muy probable que tarde aún unos días.”
No sabía la razón que tenía en cuanto a que no lo iba a tener fácil… Durante 15 días, me dedique a cada hora y media sacarme leche día y noche. A parte obviamente mi hijo hacía sus tomas totalmente a demanda.

Cada noche le decía a mi marido que al día siguiente dejábamos la operación lactancia. Y al día siguiente, le hacía volverse por donde había venido si se le ocurría aparecer con un bibi. Gracias a él, una pediatra/asesora de lactancia, el libro “Un regalo para toda la vida” de Carlos González y mis ovarios,
4 meses después disfruto de una maravillosa y cuestionada lactancia materna exclusiva.

Iris Muñoz Espigares
@caipiroskafragola