“No se me olvida la primera vez que se agarró al pecho”
Hoy os compartimos un relato sincero, motivador y optimista, de una lactancia exitosa. Lara es una madre que ha sabido rodearse de buenos consejos y hacer caso a sus ganas de amamantar a su bebé y que, como ella misma dice, nunca olvida la primera vez que su bebé se agarró al pecho. Cada lactancia es excepcional y única, y puede ser inspiradora para otras familias que comienzan su aventura, y este es un gran ejemplo de ello. Gracias Lara por compartir tu experiencia con nosotras.
Mi nombre es Lara y soy mamá de Lara, una niña buenísima de casi 10 meses… y sí! seguimos con la lactancia.
Desde que supe que estaba embarazada no me propuse ni me mentalicé a dar el pecho, simplemente sabía que tenía que darlo, que era lo natural. Leí mucho sobre la lactancia, sobre sus beneficios, nunca quise leer nada sobre mastitis, perlas de leche o grietas, pensé que mi propio instinto me ayudaría a superar las trabas.
Mi parto fue natural, 30 horas con la bolsa rota, ayudado por ventosa porque mi hija venía con el cordón umbilical corto y me tuvieron que ayudar con la maldita maniobra; lo que tenía muy claro y se lo dejaba entender a todo aquél que entraba a verme era que no me separaran de mi hija cuando naciera, que quería darle el pecho.
Nada más nacer se la llevaron, llevaba muchas horas sin líquido amniótico y había tragado meconio, pero a los 5 min me la pusieron encima, y ya desde entonces mi pequeña solo sacaba la lengua buscándome. Una vez estuvimos las dos solas en reanimación, las enfermeras me ayudaron a ponérmela al pecho, a colocarme a la niña para que estuviera cómoda, se me paró el tiempo, solo la miraba y le hablaba. La niña se agarró estupendamente, la succión era buenísima, mi calostro tenía que ser bueno porque la niña salió del hospital con peso, para incredulidad de la pediatra que pensaba que le estaba dando ayuda.
La lactancia durante las 48 horas en el hospital fueron extrañas, había enfermeras que entraban, me veían darle el pecho y hacían sus comentarios (algunos ayudaban, otros era mejor ignorarlos); pero mi empeño estaba en darle el pecho, me daba igual las horas, las visitas (que fueron muchísimas, constantes y muy largas) y la experiencia de las mujeres de mi familia, yo solo quería vivir mi propia experiencia, aprender las dos juntas.
Al cuarto día de exitosa lactancia, sin venir a cuento de nada, la niña solo sabía llorar, lloraba constantemente, ahí me di cuenta de que algo pasaba, que solo quería estar pegadita al pecho, no había manera de despegarla. Si la niña lloraba, yo lloraba también, no sabía qué estaba pasando… hasta que caí en la cuenta de que yo no había tenido la subida de leche, mis pechos seguían igual que durante el embarazo, no había tenido ese dolor de pechos ni ese calor que se acumula; mi hija lloraba porque tenía hambre y el calostro ya no la saciaba. Así que solo me quedaba tener paciencia y esperar, tener a mi niña pegadita a mi hasta que mi cuerpo decidiera cambiar de nuevo.
¡Y llegó! Llegó la subida de leche de madrugada, no fue un dolor horrible ni nada de eso que te cuentan, simplemente noté algo extraño mientras dormía; me levanté, me miré y me toqué, estaban muy muy duros y calientes; desde ese momento empecé a disfrutar de la maternidad y de la lactancia. Mi niña ya cogía el pecho diferente, no se me olvidará la primera vez que se agarró al pecho ya lleno de leche jajajaja recuerdo que se le abrieron los ojos como platos, sin dejar de succionar; ya las dos nos olvidamos del reloj, era a demanda, ella pedía yo le daba, en casa, en la calle, en el supermercado… no tengo vergüenza de descubrirme el pecho delante de nadie, solo pienso en mi hija. Solo puedo tener buena experiencia con la lactancia, mi suegra, mi madre, mi alrededor, nadie daba un duro que yo pudiera alimentar a mi hija, pero a mí me daba igual, tenía clarísimo que por lo menos lo iba a a intentar. Y así fue, escuché a mi cuerpo, me entendí con mi hija desde el principio y así estamos diez meses después.
He tenido días malos, por supuesto, tuve una obstrucción bastante dolorosa que resolví poniéndome a mi hija al pecho mientras lo masajeaba; el cansancio casi puede con la lactancia pero pensaba en cómo se estaba criando mi hija y los beneficios que le estaba proporcionando; el cuerpo es sabio y se adapta a las necesidades del bebé.
Yo solo puedo contaros cosas buenas, como que mi hija nació en noviembre y que no se ha puesto mala ni un solo día, que practicamos la tetalgesia para las vacunas y para los golpes (está gateando y empezando a ponerse de pie); que gracias a mi marido y gracias a su enorme ayuda y comprensión la lactancia es un éxito (estuvo con nosotras un mes completo, se ha encargado de las visitas, de la limpieza de la casa, de apoyarme mientras doy el pecho). Para mis amigas he sido una gran ayuda, he ayudado a dos amigas durante su lactancia, no con consejos pero si con mi experiencia.
Pensé que cuando le diera la alimentación complementaria iba a dejar el pecho pero me ha sorprendido que no, que aunque haya comido su puré ella luego quiere su “ración” de teta; cuando pasa muchas horas sin verme lo primero que hace es meter la cabeza entre mis pechos, busca su conexión conmigo y eso a mi me encanta.
Espero sirva de algo mi experiencia, no tengo nada malo que contar, solo cosas buenas, y tardaría varios mail en contaros y no quiero ser pesada.
Un saludo enorme de mi parte y de mi bebé; gracias por vuestra ayuda y consejos.