Lo reconozco: la lactancia materna antes de ser padre siempre me sonó a película iraní de 8 horas sin subtítulos en castellano. Y no solo eso, solo de pensarlo, me venía a la mente la estúpida idea de: “Le verán las tetas a mi pareja”.

Exacto, sé lo que estáis pensando…¡menudo cretino! Sin embargo, lo bueno de ser un ignorante entrañable (esto de “entrañable” me lo digo yo mismo y eso), es que siempre estás a tiempo de rectificar y sobretodo, siempre estás a tiempo de aprender.

Y entonces tu pareja empieza darle el pecho a vuestro hijo y…todo cambia.

Y pasas de ponerte rojo al mirar una madre dando el pecho a su hijo en el parque, a recordar con cariño la lactancia de tu pareja de hace unas horas. Y pasas de de pensarte que tus peores enemigos son tu jefe, el que te robaba siempre la merienda o hacienda, a ser la prolactina. Y por supuesto, pasas de pensar que a tu pareja le verán las tetas todo el mundo, a mirar con ternura como tu pareja…alimenta a tu hijo.

Porque te informas, te informas y te informas, no hay más. Pero sobretodo: apoyas.

Apoyas a tu pareja porque es su decisión.

Apoyas a tu pareja porque hay lactancias y lactancias y no todas son un camino de rosas.

Apoyas a tu pareja frente a esos opinólogos que os hablan de tomas, edades y cuentos chinos.

Apoyas a tu pareja porque la lactancia no es “solo” el alimento de tu hijo, también es una decisión, un vínculo, una etapa mágica…un TODO.

Porque eso es la lactancia: MAGIA PURA.

Magia pura y un contínuo aprendizaje para todos. Ahh, y con subtitulos, of course. 😉