Por si alguien no conoce aún a Julio Basulto, padre de tres preciosas hijas y felizmente casado con la dietista-nutricionista Olga Ayllón, le vamos a decir que ya está tardando en leer todos sus libros. Julio tiene publicados 5 libros de diversa temática, y en todos habla de la importancia de la lactancia materna en la salud materno-infantil. Bueno, en “Comer y correr” no lo hace, aunque sí insiste en que el ejercicio físico no debe ser una traba (más) para dar el pecho.

Hoy os queremos hablar de su último libro: “Mamá come sano. Alimentación saludable en el embarazo y la lactancia” en el que habla de la alimentación de la mujer antes del embarazo, en el embarazo y durante la lactancia.

Si algo caracteriza a Julio es el rigor, todo lo que escribe está basado en la evidencia científica, lo que le permite desmontar mitos y falsedades de un plumazo.

En muchas ocasiones y por conveniencia, se quiere hacer creer a la madre lactante de que para poder amamantar es necesario que siga una dieta muy completa, muy estricta y muy perfecta; ya que si no lo hace, pone en riesgo la composición de su leche, lo que puede afectar negativamente a la alimentación y desarrollo del bebé.

Tenemos que confesar que cuando tuvimos el libro en nuestras manos lo primero que hicimos fue ir al apartado lactancia. Y la primera impresión fue de sorpresa: ¿¿solo esto?? En comparación al resto del libro el espacio dedicado a la alimentación de la madre lactante era muy poquito…. ¿Y eso?

Pues solo con leer el título del capítulo lo entendimos: la dieta de la madre lactante no es un jeroglífico. No es necesario que las madres lactantes cuenten con precisión la cantidad de minerales, proteínas y grasas que consumen.

Hemos aprovechado que lo teníamos un rato para nosotras solas para hacerle algunas preguntas:

¿Cuáles son las principales dudas de una mujer lactante en relación a su dieta?

Antes de  responder, permitidme que os agradezca infinitamente esta maravillosa introducción, oye, impagable. Y precisamente me voy a remitir a algo que habéis mencionado allí para responder a vuestra pregunta. Porque como quiero seguir conservando ese maravilloso apodo que me habéis puesto de persona rigurosa y que pretende basar sus afirmaciones en investigaciones científicas, mi respuesta no puede ser otra que “no lo sé”. Porque la pura verdad es que no recuerdo haber revisado estudios (aunque seguro que los hay) que hayan evaluado cuáles son las principales dudas de la mayor parte de mujeres lactantes en relación a su alimentación. Supongo que por eso en el libro he tocado “todos los palos”, es decir, he repasado macro y micronutrientes, así como las típicas leyendas alimentarias (“bebe más agua”, “evita los espárragos”, etc), con la intención de no dejarme nada en el tintero.

¿Qué mito relacionado con la alimentación de la madre lactante te da más rabia? ¿y del bebé?

Cualquier mito que promocione la industria que vende leches artificiales para bebés. Esos son los más dañinos, porque lo hacen de forma soterrada. Nos dicen que la lactancia materna es lo ideal, pero a la vez nos sueltan que la dieta de la madre “es fundamental porque de ella dependerá gran parte de la composición de la leche materna”. La frase entrecomillada no me la he inventado. La afirma Danone (una multinacional que, además de yogures, vende fórmulas infantiles).

No es cierto: la alimentación de la madre influye poquísimo en la composición de su leche, como se puede comprobar en cualquier manual de lactancia materna. ¿Por qué esa mentira “pequeña, frágil, casi salva”, como diría Silvio Rodríguez? Para intentar convencer a las madres, de forma subliminal, de que tienen que hacer malabares con su dieta, algo que solo un muy pequeño porcentaje de la población está dispuesto a hacer. E incluso de entre las mujeres que quieran cambiar sus hábitos, muchas no podrán hacerlo, porque el entorno nos lo pone la mar de difícil.

En general, las madres creemos que no llevamos la dieta perfecta, y seguramente así es. ¿La lactancia es la excusa ideal para modificar y mejorar nuestra dieta?

Nadie sigue una dieta perfecta, y eso nos incluye a mi mujer, a nuestras hijas, y a mí. Y es que la perfección no existe. Uno de los hombres más sabios que ha pisado la tierra, Eduardo Galeano, nos invitó en su texto “El derecho de soñar” a ser imperfectos, porque la perfección es, según él, “el aburrido privilegio de los dioses”. Opino como él, desde luego. No creo que haya que buscar la “perfección dietética”, sino intentar mejorar nuestros conocimientos, intentar aprender de los errores, e intentar mejorar día a día.

¿La lactancia es una buena excusa para mejorar nuestros hábitos? Si eso no nos supone un estrés que se traduzca en que acabemos dando el biberón al bebé, adelante.

Hace un par de años se afirmó que en Catalunya muchas madres que padecían malnutrición que no tenían leche para sus  bebés, ¿qué piensas de esto?

Que es falso. Incluso en el caso de que tales mujeres padecieran “desnutrición”, que no es lo mismo que “malnutrición”, podrían dar perfectamente el pecho. En España hay malnutrición, pero la hay sobre todo en las casi dos terceras partes de la población que tiene exceso de peso.

Como sabéis, en el libro recojo esta afirmación del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría: “El estado nutricional de la madre, salvo en casos de desnutrición extrema, no interfiere en la capacidad de producción láctea ni en la calidad de la leche materna” .

Muchas veces hemos oído decir que no se puede diferenciar a un niño amamantado de uno que ha tomado biberón ¿Se puede?

A nivel individual no, pero a nivel poblacional sí. Es decir, un bebé que toma el biberón puede estar tan sano, o más, que uno que toma el pecho. Pero si en vez de comparar la salud de un bebé amamantado con la de uno no amamantado, comparamos un millón de bebés de pecho con un millón de bebés de biberón, desde luego que constataremos diferencias. En el texto “Lactancia materna: deliciosa conexión entre la inmunidad de la madre y la del bebé” detallé que las enfermedades que puede prevenir la lactancia materna en una relación dosis-respuesta son las siguientes:

• Asma
• Bronquiolitis por virus respiratorios
• Dermatitis atópica
• Diabetes tipo 1 o tipo 2
• Enfermedad celíaca
• Enfermedad inflamatoria intestinal
• Enterocolitis necrotizante
• Gastroenteritis
• Infección del tracto respiratorio superior o inferior
• Leucemia
• Obesidad
• Otitis media
• Síndrome de muerte súbita del lactante

¿Ha habido alguien en tu vida que te haya servido de estímulo para promover la salud pública?

Pues sí, hubo ese alguien: el señor Luis. Es un familiar, fallecido hace más de diez años, que con más de 90 años podía subir perfectamente cuatro pisos por las escaleras sin dejar de hablar tan amigablemente. Tenía una salud magnífica, tanto mental como física, hasta el punto de que yo no podía evitar preguntarle de vez en cuando “¿pero seguro que no le duele nada, señor Luis?”. Y no, no le dolía nada. La clave de su salud ya os la podéis imaginar: siguió durante decenas de años un buen estilo de vida. Un muy buen ejemplo a seguir.

¿Qué te gustaría que te preguntaran y aún nadie lo ha hecho?

Pues juraría que nadie me ha preguntado cuál creo que es la clave para que la vida en pareja funcione bien, algo determinante no solo para la salud emocional y física de dicha pareja, sino también para la de sus hijos (es poco probable que mejoremos nuestros hábitos de salud cuando en nuestro hogar hay un mal ambiente). Opino que es fundamental preguntar a diario a nuestra pareja ¿qué puedo hacer por ti? Si nos quiere (que es lo lógico y normal, por eso somos su pareja), no se aprovechará de nosotros, y habrá más armonía en el hogar. Y si se aprovecha de nosotros (cosa muy poco probable), es que no nos quiere, y cuanto antes lo sepamos, mucho mejor.

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