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"Cuando me quedé embarazada NO quería dar el pecho"

"Cuando me quedé embarazada NO quería dar el pecho"

Nos gusta mucho compartir esta vivencia de lactancia. Nos gusta porque Laura, la madre protagonista de esta historia, dice las cosas bien claras. Ella estaba dispuesta a amamantar y claramente no obtuvo ni la ayuda ni el apoyo necesario para continuar.  

Gracias Laura por compartir tu experiencia con nosotras y felicidades por esa segunda lactancia que habéis conseguido.

Me llamo Laura y tengo 34 años. Os envío este correo para contaros mi experiencia con mi lactancia. Así que allá va:

Lo primero es deciros que tengo dos hijos: Amelia de 3 años y Pablo de 5 meses. Cuando me quedé embarazada de Amelia lo tenía muy claro: NO quería darle el pecho, no tenía ese instinto de decir, “oh! sí, es lo que quiero y me hace súper feliz”. Pues no, todo lo contrario. Pero mi madre empezó a decirme que porqué no lo intentaba, que si era lo mejor para la niña y que si no iba bien, pues no pasaba nada, lo dejaba y listo. Y ahí empecé a pensar y pensar…, entonces, ¡oye! ¿Por qué no intentarlo? Pero de lactancia NO tenía ni idea y cuando nació Amelia seguía sin saber nada de nada. Para mi pensaba que era muy fácil, que la pondría al pecho y listo. Jamás pensé en todo lo que sé ahora.

Vino una enfermera a la habitación a enseñarme cuatro pautas y poco más, así que lo intenté pero no fue bien. Amelia, en la primera semana en casa, no cogió nada de peso. Tardé 5 días en que me subiera la leche (parto inducido por preclampsia leve a 38 semanas de gestación) y tuve unos dos días los pechos a tope pero después todo cambió y se volvieron blandos y los sentía vacíos y Amelia lloraba mucho y, seguramente, por hambre. Así que empecé primero a sacarme leche, no salía casi nada y, al ver que era muy poco, empecé a dar biberón de fórmula y pecho y a los 19 días de haber nacido Amelia, dejé de dar el pecho y empezó a coger peso y ella mejoró. Lo que no os he dicho es que Amelia nació con frenillo pero nos recomendaron no hacer nada y, al final, cuando ella cumplió un año se lo cortamos. Seguramente junto a mi inexperiencia, mi agobio y todo esto, afectó a mi lactancia.

Me quede embarazada de Pablo y ya con más experiencia en todo, así que, como con Amelia, decidí intentar de nuevo darle el pecho, pero lo que sí tenía claro era que lo primero que haría sería mirar si tenía frenillo y, si lo tenía, pues que no le daría, que no le dejaría pasar hambre como me paso con Amelia. Nació Pablo el pasado 30 de marzo, un bebé a  término, acababa de cumplir las 40 semanas, con un peso de 3170 gramos. Cuando nació, le dije a mi madre que mirara lo del frenillo, ella es enfermera y estaba conmigo, y me dijo que no (me mintió un poco, dice). En el paritorio, desde casi el minuto cero, me lo puse en el pecho. Aparentemente todo iba bien pero al pasar el primer día, ya tenía grietas en los pezones. Pablo no paraba de llorar y llevarse las manos a la boca y lo tenía todo el día enganchado, parecía que no se saciaba, así que decidí pedir un biberón. La segunda noche, para poder calmarlo un poco y también poder descansar yo, volví a pedir un biberón. Esto sin intención de dejar de dar pecho, ni pensé en abandonar la lactancia. La enfermera ya me miró mal e incluso me tuvo que acompañar a mi habitación para ver si “yo lo hacía bien”. Me hizo sentarme en la cama, ponerme a mi niño en el pecho e incluso miró que tuviera calostro y todo estaba bien… así que muy a regañadientes, me dió el bibi.

Al día siguiente, me pasó lo mismo y otra enfermera tuvo que venir a revisar que lo hiciera bien y otra vez igual, que todo estaba bien. Esto os lo cuento porque me hicieron sentir mal, culpable por algo que para nada es malo y no creo que se deba tratar así a ninguna madre por hacer lo que yo hice, creo que es un error y a la larga puede afectar mucho más a la lactancia, incluso puede hacer que la madre la abandone.

Como ya os comentaba, Pablo tenía frenillo y según el pediatra del hospital no afectaba a la lactancia. Eso pusieron en el informe y yo con heridas en los pezones. Salí del hospital ya con la subida de leche y no volví a darle nada más de suplemento de biberón. Una vez en casa fue todo muy duro, pero mucho. Las heridas eran lo peor. Cada vez que me tocaba darle pecho me tenía que preparar mentalmente porque me dolía a rabiar y lloraba del dolor. Me ponía crema, pezoneras, pero las heridas ya estaban ahí y tardaron en curar.

A la semana ya tuve una mastitis. Se me puso el pecho que no veas, con una fiebre altísima, con temblores, las heridas… En fin, lo pasé fatal y pensé que no me extrañaba nada que muchas mujeres abandonaran la lactancia materna, porque de bonito no tenía nada. Aún así, no tiré la toalla. Decidí continuar intentándolo, ahora lo pienso y veo lo fuerte que fui.

Pasados unos 12 días, fui al hospital a que le miraran el frenillo a Pablo porque la cosa no mejoraba mucho con respecto al dolor y las heridas. Pablo iba bien de peso, la especialista me dijo que tenía un señor frenillo y ese mismo día se lo cortamos. Y todo empezó a mejorar pero aún así todavía tenía dificultades. Muchas veces he pensado en que si el pediatra que hizo el informe en el hospital y dijo que el frenillo no afectaba a la lactancia, lo hubiera hecho mejor y se lo hubiéramos cortado, me hubiera ahorrado todo este calvario.

Pasadas unas dos semanas me salió en el otro pecho un bulto que me dolía bastante cada vez que el niño mamaba. Como veía que no se iba fui al médico y me dieron antibióticos. Aproveché en esa misma consulta para pedir información sobre algún grupo de apoyo con el que poder hablar y me dieron una dirección que ni si quiera sabía si era esa y me insinuaron que igualmente no servía de mucho. ¡Yo alucinaba!

Salí del médico más que indignada porque se volvía a confirmar que no me extrañaba que madres como yo abandonaran rápidamente la lactancia materna. Pienso que falta muchísima información, sobre todo si va mal. Porque te lo pintan que es muy bonito, que es un ahorro, pero no te dicen que si no va bien, de bonito no tiene nada. Además, es importante que te den información del grupo de apoyo a la lactancia más cercano para poder saber donde dirigirte.

Creo que si todo esto estuviera mejor, habría más madres lactantes. Que sepáis que lo hablé con mi matrona, la cual me dijo solamente que era normal todo lo que había pasado y que tardaría un mes y medio en normalizarse todo… ¡venga! “Tranquila, sufre durante ese tiempo tú sola”. En fin.

He de deciros que mi hijo tiene 5 meses y que le he dado pecho exclusivo y a demanda a pesar de haber pasado todo esto y más (en la epidural me afectaron la duramadre con jaquecas horribles, volví a tener otra mastitis). Estoy muy contenta conmigo misma por mi constancia y mi sacrificio a pesar de no ser como ya os expliqué, de esas mamis que lo tenían muy claro. Estoy muy contenta con todo. Es cierto que se crea un vínculo especial y además ahora mismo soy yo la que está muy enganchada a esto del pecho. Es para mi una necesidad el dárselo, un gusto, un placer ver cómo mi hijo se alimenta de mí y poder compartirlo con él. Para mí, esto es maravilloso. Muchas veces pienso en quién me ha visto y quien me ve. Ahora parece que soy una experta en lactancia porque al verme tan sola, por faltarme información, ser tan inexperta, tuve que buscarme la vida. Busqué por Internet, vi muchos videos de todo y después de que Samanta Villar compartiera vuestra app con nosotras, os encontré. Algo tarde, pero os encontré.

Bueno, esta es mi súper historia. Espero no haberos aburrido mucho y no haberme dejado nada. Deciros también que ahora, en la medida que puedo, intento desde mi experiencia, ayudar, apoyar, compartir información con amigas o compañeras que no les ha ido demasiado bien.

Gracias por todo, sois magníficas y menos mal que estáis porque seguramente ayudaréis a muchas mamis con situaciones difíciles.

Un abrazo fuerte.

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