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Me hubiera gustado saber que era posible, pero no fácil

Me hubiera gustado saber que era posible, pero no fácil

Hablamos de pezones invertidos. A raíz de un comentario en nuestro facebook, una madre nos explicó cuatro pinceladas de su historia. Aludiendo a nuestro artículo sobre pezones y lactancia, esta mujer nos contaba que ella tenía pezones invertidos “auténticos” y que habían condicionado mucho sus dos lactancias. No dudamos ni un segundo en preguntarle si quería compartir su historia con nosotras y nos hizo mucha ilusión recibir ese “sí” electrónico. ¡Gracias Elena Turull por compartir tu historia! Creemos firmemente que la experiencia de una mujer es información muy útil para otra. Nosotras nos hemos emocionado mucho con tu testimonio y esperamos que llegue a muchas madres.

Antes de ser madre, ¿te habías planteado si tus pezones servirían para amamantar?

Sí, y estaba casi convencida de que no servían, pero cuando pensé en quedarme embarazada, quise saber si había alguna solución. Leí ‘Un regalo para toda la vida’ de Carlos Gonzalez, busqué un poco por Internet y vi que sí que se podía.

¿Recibiste algún consejo de un sanitario para preparar tus lactancias?

En la sanidad pública ni uno. Los recibí de la comadrona que nos atendió en el parto en casa, Inma Marcos. Ella es IBCLC y me habló de la importancia de la primera hora y del piel con piel.

¿Qué te hubiera gustado que te dijeran cuando aún no habías dado a luz?

Que era posible, pero no fácil. Que me hubieran dado unas pautas para valorar el estado del recién nacido y la calidad de las tomas y unos consejos claros de cómo dar suplementación si era necesaria.

¿Qué pasó con tu primera lactancia?

El parto fue en casa muy respetado. Aún así el niño cuando quería agarrarse al pecho resbalaba y no lo conseguía. La comadrona tuvo una noche muy complicada y tuvo que marcharse a otro parto sin que el niño hubiera mamado.

Después de 6 o 7 horas conseguí que se agarrara con pezonera, pero hacía unas tomas eternas y no recuperaba el peso del nacimiento. Recuerdo esos días con mucho estrés y, a la semana, empezamos a suplementar con jeringa. Mis días eran: horas y horas con el bebé al pecho, seguidas de extracción, seguidas de preparar leche artificial y dársela con jeringa. Apenas podía comer yo y dormir un poco (muy poco).

Al cabo de un mes, mi hijo pesaba sólo 100 gramos más que al nacer y yo tenía los pezones sangrando a cada toma. Estaba harta de la jeringa, empecé a probar con un relactador, intentaba sacar la pezonera y no lo conseguía. Relactador y pezonera eran para mí una combinación imposible. El sacaleches lo habría tirado por el balcón, me dejaba los pezones destrozados y me sacaba como mucho 30 ml. Si almenos mi hijo hubiera estado contento y ganando peso habría podido aguantar, pero seguía engordando a paso de tortuga. Y al mes y medio ya no pude más, decidí conservar mi salud mental y empecé a darle biberones. En una semana, ya no quería nada de teta.

¿En quién encontraste apoyo?

En mi comadrona y en el grupo de lactancia de mi ciudad. El de ellas fue un apoyo mucho más emocional que técnico, pero me fue de maravilla que alguien entendiera lo doloroso que es dejar la lactancia cuando lo que quieres es amamantar. Mi marido también me apoyaba, pero no sabía demasiado cómo ayudarme.

¿Cómo se planteaba tu segunda lactancia?

Se planteaba igual de mal, pero yo no me di por vencida. Hice el curso de asesora de lactancia, leí todo lo que pude, seguí yendo al grupo y le pregunté algunas dudas muy concretas a Alba Padró por mail.

Con mi primer hijo había conseguido hacer alguna toma sin pezonera, así que sabía que del todo imposible no era. Yo pensaba intentarlo porque peor que la primera no podía ser. Si mi segundo hijo podía tener un mes o dos de lactancia materna, mejor que ninguno, ¿no?

¿Qué crees que te ayudó a tirar adelante con la lactancia?

Primero, tener muchos más conocimientos y más seguridad en mi función de madre. Lo segundo es debido a mi historia en concreto. Nos costó mucho tener un segundo hijo. Entre el primero y el segundo (debería decir quinto) perdimos tres bebés: un aborto espontáneo a las 9 semanas, un aborto provocado a las 20 semanas por un síndrome de Turner acompañado de una malformación cardíaca muy grave y, cuando ya parecía que nada podía ser peor, mi cuarta hija murió intraútero a las 40 semanas sin ningún motivo aparente. No hace falta decir que fue durísimo, no sé ni cómo nos quedaron fuerzas para intentarlo otra vez.

Como comprenderéis, con este panorama lo único que me interesaba era tener un hijo vivo y sano, la lactancia materna pasó totalmente a un segundo plano. Cuando nació se fue directo al neonatólogo, ni primera hora, ni piel con piel ni nada.

¿Cómo siguió?

Cuando me lo trajeron intenté ponerlo al pecho, pero no lo consiguió. Por la mañana me ofrecieron un biberón, yo había llevado al hospital el sacaleches, una jeringa, un vasito… para suplementar con mi leche y sin tetinas. Pero en aquel momento vi claro que ya había tenido bastante de artilugios con el mayor. Por fin tenía en brazos a mi esperado hijo y lo único que quería era relajarme y disfrutar del amor que nos unía. Así que le di el biberón y seguí dándoselos cada tres horas. Lo tuve mucho piel con piel y cada vez que se despertaba, lo ponía al pecho primero sin pezonera. Si no se agarraba, entonces con pezonera y acababa con la leche artificial.

No recuerdo exactamente cuándo se cogió sin pezonera por primera vez, lo que sí recuerdo es que al quinto día, mientras yo contestaba un mail (es decir, no estaba por la labor), se cogió al pecho muy bien e hizo una toma perfecta. Entonces supe que lo conseguiríamos. En seis semanas retiré todos los suplementos, ¡y ya llevamos 22 meses de lactancia feliz!

Por lo tanto, lo más importante fue no obsesionarme como la primera vez, relajarme y dejar que las cosas siguiesen su curso, y entender que la leche artificial bien usada puede ser una gran ayuda.

¿Qué le dirías a una madre embarazada con pezones invertidos?

Que se informe durante el embarazo y que busque a alguien que entienda del tema y pueda atenderla durante las primeras semanas. Es muy útil tener a alguien de confianza a quien acudir, porque las primeras semanas pueden ser muy duras.

Y sobre todo, que vale la pena el esfuerzo. He criado a un hijo con biberón y a otro amamantado y puedo asegurar que la lactancia materna es mucho más cómoda y sobre todo mucho más gratificante. Cuando ahora veo a mi hijo corriendo hacia mi con una gran sonrisa diciendo “Teta bona! Teta bona!” sé que todo lo que pasé ha merecido la pena.

4 comentarios en «Me hubiera gustado saber que era posible, pero no fácil»

  1. Felicidades por el blog, me encanta.
    El tema de la educación y crianza de los hijos interesa mucho a los usuarios de mi blog (trata del tema de libertad financiera) y estoy haciendo una revisión de los distintos blogs sobre la educación y crianza para recomendarlos.
    Bravo por el buen trabajo!!!
    Luis

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