“Las puérperas seguimos existiendo en Navidad”
Ahora hace un año que contacté por primera vez con el equipo de LactApp. Lo hice, más que con la esperanza de resolver mis problemas de lactancia, para sentirme menos sola.
Mi bebé tenía un mes y había perdido peso, 200 gramos en la última semana. Después de una semana horrible para todos en casa, el bebé llorando sin parar y nosotros desesperados sin saber por qué lloraba tanto, empezamos con lactancia mixta.
La lactancia no iba bien, yo tenía dolor y baja producción “por causas desconocidas”, según la matrona del centro de salud, experta en lactancia. Frenillo y agarre bien, técnica bien, pero el dolor y los bultos persistían y además, después de cada toma, o de muchas de ellas, el bebé se quedaba con hambre y teníamos que suplementar.
Yo no paraba de llorar. Estábamos en plena sexta ola de covid y me aterraba que alguien viniera a casa y nos contagiara. Para colmo, mi familia se contagió, así que la poca gente con la que nos relacionábamos esos días dejó de prestar la poca o mucha ayuda que daban antes: un tupper de comida, la compra…
Las noches eran enteras en blanco, con el bebé pegado a la teta para no perder más producción y porque era el único lugar donde estaba a gusto. Yo no lo entendía. Era mamá primeriza y a mi alrededor no había otras mamás que me sirvieran de ejemplo. Me había creído eso de dejarles en la cunita preciosa a dormir por las noches y ya, no había leído sobre contacto y apego. ¡Pero si apenas estábamos separados unos centímetros! Mi pareja me sostenía y jamás me hizo dudar de mi capacidad, pero la situación nos superaba a los dos.
Y entre llantos de mamá y de bebé, tomas interminables, biberones, sondas y jeringas, noches en blanco, desesperados y sobrepasados por la situación, con la familia confinada y sin saber cómo pedir ayuda y si realmente todo eso era normal, llegó una situación que no nos esperábamos: La Navidad.
Cerró el centro de salud. La enfermera no vigilaba al bebé hasta 15 días después entre festivos nacionales y locales ¿Estaría bien? La matrona directamente me “dio el alta”. El agarre era bueno y si tenía dolor lo mirábamos en la primera cita disponible a finales de enero. En ese momento, los únicos profesionales que podían apoyarnos dejaron de estar.
Por favor, no quiero que se entienda que me parece mal que cojan vacaciones y descansen, en absoluto. Pero su ausencia no se cubrió por otros profesionales que sirvieran de apoyo mientras que los compañeros descansaban.
Y ahí me quedé yo, recién parida en Navidad, entrando al Canal de Consultas de la app de LactApp para explicar que me sentía muy sola y que nadie me había dicho que esto fuera así. Que no sabía qué hacer y que no entendía nada. Que no tenía gente y que nadie a mi alrededor había dado teta y no sabía hacerlo bien. Que se suponía que debía ser feliz, pero que mi bebé pasaba hambre conmigo. Y mi mayor apoyo fueron las profesionales que contestaron a esa súplica anónima con tanto cariño que vuelvo a llorar recordándolo.
Por eso, este relato es para todos aquellos que pueden ayudar: familia, amigos, profesionales de la salud, gerencias de centros de salud…las puérperas seguimos existiendo en Navidad. Cuando todo el mundo para y celebra, algunas de nosotras hemos seguido necesitando apoyo más allá de decirnos lo bien que lo debemos de estar pasando en las primeras Navidades de nuestro bebé.
Ahora tiene 13 meses y seguimos con lactancia materna. He aprendido lo indecible y gracias a toda la ayuda prestada por LactApp y por un grupo de madres de mi ciudad que me acogieron y acompañaron, estamos pasando unas fiestas realmente entrañables.
Gracias a todo el equipo de LactApp por ayudarme en aquel momento, por el resto de consultas que he hecho este año a través del Canal de Consultas o en las consultas online, y por dar este espacio que me está sirviendo para drenar este dolor, del que no era consciente antes de ponerme a escribir.