La lactancia salvó mi posparto
Ha llegado a nuestras manos esta historia tan preciosa, la historia de una familia que nos enseña muchas cosas, por ejemplo, vemos como cambia la vivencia de una experiencia traumática cuando las decisiones se respetan y una madre y una familia pueden hacer lo que ellas decidan, con ayuda e información.
Muchas gracias Iranzu por compartir con esta comunidad, ha sido un placer leerte y estamos agradecidas de este enorme regalo que nos haces.
Hola LactApp,
He leído el relato que habéis publicado y no puedo más que abrazar a esa madre, Cristina, que no pudo amamantar cuando era lo que más quería.
A raíz de leerla a ella, me he animado a escribiros yo el relato de mi primera lactancia, que si tuviese que describirla de alguna manera, sería con la frase que he puesto arriba: la lactancia salvó mi posparto.
Otra cara de la lactancia
Sé que es más habitual que haya relatos donde hay dificultades, dolor, presión, grietas… Pero yo quiero contar que en el mío, lo que hay es agradecimiento, sanación y mucho amor.
En mi familia nunca he visto a nadie dar el pecho. Tampoco en mi grupo de amigas ni entorno más cercano. Todo lo que podía saber de dar el pecho era lo que había visto en las películas y poco más.
Cuando me quede embarazada en el 2021, me entró, como a muchas madres, el deseo y la necesidad de informarme, conocer, leer, escuchar información sobre el embarazo y la crianza. Entre los libros que leí, había uno que hablaba de dar la teta, que engullí y que me ayudó a entender y descubrir cosas que desconocía sobre dar el pecho.
Mi idea de amamantar a mí hijo cuando naciera estaba clara, era un deseo, y por ende un objetivo, aún cuando mi familia me decía que nosotras no podíamos dar la teta porque nuestra leche no era suficientemente buena (según ellas cuestión de genética familiar).
Y llegó el nacimiento
Mi hijo nació a las 41 semanas. Lamentablemente, el parto no fue el deseado, y terminó siendo una cesárea de urgencia, con ingreso inmediato en neonatos de mi bebé por fisura en el pulmón y dificultades para respirar.
Cuando salí del quirófano, me llevaron a la sala de dilatación donde me tocó esperar otras dos horas, sola (mi marido estaba abajo con nuestro hijo) hasta subir a la habitación. Ahí empece a sentir que la lactancia se me escapaba de las manos.
Las primeras horas posparto
Una vez en la habitación, y tras haber conocido a mi hijo a través de una foto en el móvil, les dije a los médicos que por favor, quería dar lactancia materna exclusiva. Y aquí empezó mi relación con el sacaleches.
Durante las siguientes 12 horas, donde no me dejaban moverme de la cama, me dediqué a sacarme el calostro que mi marido bajaba a mi hijo cada dos horas. El inicio fue duro, salía poco, pero poco a poco cada vez salía más, y éramos capaces de bajar 2 o 3 jeringas cada dos horas.
En una de las veces que bajamos a verle, pude coger a mi hijo en brazos (casi 20 horas después de la cesárea). Según lo cogí, fue directo a buscar mi pecho. Que felicidad sentí.
De sentirme feliz a sentirme frágil y vulnerable
No obstante, el médico que estaba en ese turno, me dijo que mi hijo estaba pasando hambre y que teníamos que darle un biberón. Recuerdo pasar de sentirme feliz a sentirme frágil y vulnerable, yo sabía que el calostro le estaba alimentando pero claro, ¿Si un profesional te dice que es mejor darle un biberón, ¿quién soy yo para llevarle la contraria?
Mire a mi marido, hecha un mar de lágrimas, y me dijo “¿quieres lactancia materna exclusiva, verdad? Vamos a por ello, tú puedes”.
Siempre le agradeceré que cuando me entraron dudas, él se mantuviera firme y me diera el empujón que me faltaba. Les pedimos a los médicos que nos dejaran unas horas más, para ver si éramos capaces de alimentarle solo con mi pecho, que nos dejasen calmarle, que nos dejasen espacio.
Nos respetaron, y a partir de esa tarde, bajé a darle de mamar cada hora y media, incluida la noche, cuando las enfermeras nos llamaban a la habitación para avisarnos de que el niño se había despertado y tenía hambre. Me bajaban en silla de ruedas debido a la cesárea, y me dejaban junto a mi bebé hasta que se dormía, saciado, y me devolvían a la habitación. Así toda la noche.
Y funcionó
Al día siguiente, la mejoría era tan notoria, que le quitaron los cables, y esa misma tarde, le dieron el alta y lo subieron a la habitación. Lo habíamos conseguido.
Tuve una leve molestia al amamantar el segundo día, pero gracias a una matrona que pasó a mirar cómo estábamos, corrigió el agarre y, tras eso, no volví a tener molestias. Le estaré siempre agradecida.
La lactancia se convirtió en el centro de nuestro posparto una vez ya en casa, gracias a la cual, mi hijo y yo pudimos recuperar las horas que estuvimos separados.
Siento, de corazón, que nos ayudó a sanar y que fortaleció nuestro vínculo de una manera salvaje. Hemos tenido una lactancia maravillosa que ha durado 3 años, tras los cuales se ha destetado de manera natural (estaba embarazada de mi segunda hija).
En 3 años, solo he pasado una mastitis y una ingurgitación. No ha habido una grieta, ni una herida. No ha habido dolor. También hemos pasado por todas las crisis habidas y por haber, pero gracias a LactApp siempre he sabido que era algo que iba a pasarse y que volveríamos a la normalidad.
Gracias
Gracias a mi hijo, a mis tetas, a mi marido, a la matrona que me ayudó, a la información de LactApp…. Por haber hecho posible una lactancia tan maravillosa.
Ha sido disfrutada, gozada, también agotadora en muchos momentos, pero a fin de cuentas maravillosa y que repetiría mil veces. Si no llega a ser por la lactancia, estoy bastante segura que hubiese caído en una depresión posparto por todo el sufrimiento del parto, el ingreso en neonatos de mi hijo y nuestra separación.
Ahora, casi 3 años y medio después de aquel día, tengo sobre mi a mi segunda hija de 18 días, y espero poder repetir todo lo vivido con ella.
La lactancia materna es sacrificada sí, pero también es dedicación y mucho, mucho amor.
Gracias por todo, gracias a los profesionales que divulgáis, apoyáis y fomentáis la lactancia.
Un abrazo,
Iranzu