“Entendí que mi bebé no era defectuoso”
Os compartimos la preciosa carta que escribió Cristina, una madre que vivió una lactancia llena de retos, cambios y también victorias, a Alícia Vilaret, una de nuestras expertas de LactApp Barcelona.
(Nos encanta leer vuestros relatos, si te apetece contarnos tu historia no dudes en escribirnos a [email protected])
Buenos días Alícia,
Mi nombre es Cristina y hace unos meses, a punto de nacer mi segundo bebé tuve la oportunidad de conocerte para aclarar mis dudas contigo y encontrar la calma que necesitaba para afrontar la situación que se me presentaría en unas pocas semanas. No sabes las veces que me he acordado de ti y de esa sesión en estos últimos 5 meses y lo importante que es para mí ahora mismo darte las GRACIAS por todo lo que hablamos en aquella ocasión, de todo corazón.
Igualmente, agradecer a todo vuestro equipo de LactApp por vuestro valiosísimo trabajo y en parte quisiera compartir con vosotros la historia de mis lactancias y lo que habéis significado en ellas, porque ahora que he cerrado una de ellas hace apenas unas semanas después de 3 años y casi 9 meses en los que he estado perdida y asustada tantísimas veces, en 3 países diferentes con distintas visiones de la lactancia (sobre todo prolongada) y me he topado con tanto profesional sanitario y en el sector de educación que me han hecho dudar sobre si seguir o no… si mi historia sirviese de calma aunque solo fuera a una persona, ya me daría por satisfecha.
Me habéis guiado tanto y en tantas ocasiones, que siento de verdad que os debo al menos unas palabras de agradecimiento.
Pero mi historia con vosotras ya viene de antes, hace casi 4 años, cuando en el verano de 2020 y en plena pandemia, nace mi primer bebé en Francia y con él, mi aterrizaje en la maternidad y en los comienzos de una lactancia dificilísima y muy mal soportada. Un bebé que nada más salir, se enganchó a su teta con un agarre perfecto y aun así la leche no subía. Y no subía, no subía, y el bebé lloraba y chupaba día y noche, y no calmaba, y se deshidrató, y entramos en pánico y en desolación y finalmente al 5º día hubo que empezar con lactancia artificial.
Gracias al cielo se topó en nuestro camino una matrona que nos enseñó a dar el pecho mientras le alimentábamos con una jeringuilla y aquellas tomas interminables pasaron a ser nuestro único objetivo en la vida, hasta que por fin… la leche llegó. Y llegó en cascada y a borbotones, pero de la mano de grietas, de dolores, de inflamación, mastitis y un bebé de demanda infinita a cada hora que solo se calmaba al pecho y del que no se despegó hasta 3 años, 8 meses y 21 días más tarde. Quién me lo iba a decir a mí…
Y en medio de aquellas noches eternas de incertidumbre, con mi bebé a la teta, os encontré navegando en mi móvil intentando encontrar información sobre la dichosa lactancia que tanto estaba trastocando nuestra idea ilusa de la maternidad, porque nadie en todo el embarazo había tenido a bien explicarme en condiciones con lo que podíamos encontrarnos ni qué dificultades podríamos enfrentar. Porque desde luego dar la teta en mi cabeza no era para nada por lo que estábamos pasando.
Pero llegué a vosotras, a LactApp, a leer sobre Alba Padró y sus libros, llegué a vuestra app y empecé a encontrar respuestas, vivencias y datos… y os convertisteis en mi guía de lactancia desde la distancia.
Y con vosotras empecé a asumir y a encajar la demanda infinita de teta, a entender la necesidad de consuelo y contacto, a darme cuenta de que la teta era alimento pero era cien mil cosas más, a aceptarlo y a no pensar que mi bebé estaba defectuoso.
Conocí las crisis de lactancia y nos disteis paz y paciencia para superarlas, supe que la lactancia cambia con el tiempo y que los consejos de abuela no servían, asumí la vuelta al trabajo con todo el miedo del mundo y me disteis valor para meter el sacaleches en el bolso y a obligarme a sacarme leche entre reuniones sin sentir vergüenza.
Me enfrenté con vosotras a mastitis, perlas de leche, me aprendí todas las posturas posibles y superamos gastroenteritis y anginas teta en boca. Me ayudasteis a entender a mi bebé según crecía, porque su demanda jamás bajó con la edad y el momento del destete no llegaba nunca. La teta pasó de ser su alimento a ser su único lugar de paz y calma, donde se rendía al sueño y calmaba sus males, y yo no sacaba fuerzas para quitárselo. Como madre, no sentía que iba a hacerle ningún bien privándole de ello, y seguimos…
Pero cuando cumplió 13 meses y nos mudamos de Francia a Alemania, el caos empezó de nuevo. Empezó la guardería, con muchísimas dificultades y una adaptación larguísima. Nos presionaron muchísimo (guardería y pediatras) para quitarle la teta, con apenas 14 meses, porque según ellos era el origen de todos los males, berrinches y dificultades de adaptación a la guarde.
Hasta el punto de amenazarnos con no aceptarle si no le quitábamos el pecho y confirmarnos que el niño ya era muy mayor para estar con la teta y que esto iba a causarle problemas psicológicos.
Y aquí alucinamos. Que en una sociedad como la alemana que siempre se vende como a favor 100% de la infancia y sus cuidados, la lactancia prolongada está muy mal vista en muchas áreas. Pero sí, lo vivimos, y en varias ocasiones afrontamos este hecho. Y sí, soy de esas madres que mintió a guarderías y personal sanitario para conseguir que tratasen a mi peque como al resto de niños y evitar ser juzgada.
Y recurrí a vosotras nuevamente para buscar y entender las lactancias prolongadas y si de verdad iba a causarle todo el daño que decían. Una vez más, gracias.
Y así, luchando y salvando escollos llegué a mi segundo embarazo, dando teta con la esperanza de que se fuera destetando poco a poco porque enfrentarme a un tándem me daba pánico. Pero ese momento no llegó, y aunque probé todos vuestros consejos, a un mes de dar a luz decidí contactaros para una asesoría y al menos conseguir más datos de cómo enfrentarme a un tándem y qué podía esperar a partir del momento en que tuviera al bebé en brazos. Y te conocí :).
Y me diste la calma, la confianza, vivencias y las herramientas para enfrentarme a ello, y de nuevo contra viento y marea hubo tándem casi un mes, y efectivamente aumento de demanda y regresión por parte del mayor, y fueron un par de semanas difíciles. Pero me diste la fuerza para entender que sería pasajero, y así fue.
Mi mayor encontró su sitio, las piezas empezaron a encajar, todo se relajó y hace unas semanas… se destetó. Diciéndome que era mayor y que ya no quería más tetita para dormir, que por favor le ayudase a dormir solito. Y lo logró. Sin dramas, ni llantos y pegado a mí hasta dormirse. Al día siguiente anunció al mundo entero que lo había conseguido superfeliz y así seguimos. Yo muriendo de orgullo por él y tranquila porque siento que pese a todo, conseguimos seguir los pasos que nuestro instinto nos marcaba como los mejores para nuestra familia. GRACIAS Alícia, de corazón.
Y aquí seguimos, con la teta para el pequeño. Un bebé supertranquilo y opuesto a su hermano que solo quiere teta para comer y cuando está muy muy cansado pero que es feliz lejos de ella y que para nada tiene la demanda de su hermano. Su destete presiento que será más fácil, aunque nunca se sabe… y seguramente volvamos a cruzarnos para que me ayudéis a sacar el valor y las herramientas para conseguirlo sin dramas.
Gracias de todo corazón por vuestro trabajo, divulgación, rigor, profesionalidad y empeño en salvar lactancias. Las mías, las salvasteis vosotras y no hay gracias suficientes para poder expresar lo que habéis supuesto en nuestras vidas.
Feliz lunes 🙂