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"Disfrutaré de ese poder que tenemos las diosas"

"Disfrutaré de ese poder que tenemos las diosas"

Mi primera segunda lactancia

Me presento, me llamo Beatriz tengo 30 años, dos niños de 5 y 2 años y estoy embarazada del tercero, escribo esto para poder ayudar con mis palabras a mamás que hoy se sienten como yo cuando esperaba mi segunda maternidad, muerta de miedo deseando que esta vez sí saliese bien como había deseado tanto.

Cuando me quedé embarazada de mi hijo mayor me ocupé mucho de leer sobre el embarazo, el desarrollo intrauterino, el parto respetado, cochecitos de paseo ligeros, sillas de coche seguras, estudios de mercado de pañales y toallitas…etc. Di por hecho que al nacer el bebé me lo pondrían encima y mamaría, no pensé que necesitara saber nada más sobre ello, si siempre se había hecho no tenía ningún misterio.

Y llegó el día, mi bebé llegó al mundo después de un largo parto, y lo pusieron sobre mí y mamó a ratos toda la tarde. Cuando llegó la noche todo empezó a tornarse gris, él lloraba y se agarraba al pecho pero soltaba rápido y seguía llorando, mis pezones cada vez más doloridos, yo cada vez más nerviosa porque no lo entendía. Di a luz en un hospital Amigo de los Niños donde no se apoya con biberones y las matronas intentaron una y otra vez que el pequeño mamara, todo era más complicado por tener un pecho voluminoso que requería cierta destreza en el agarre y el posicionamiento del bebé, pero eso yo no lo sabía.

Del día del alta recuerdo una sensación enorme de estar perdida, de no saber qué hacer. La primera noche en casa se quedó afónico de tanto llorar y al final hicimos un biberón de leche de fórmula, el durmió y nosotros descansamos. Mi niño tenía hambre y estaba claro que con mi leche no le llegaba, eso me decían las madres de alrededor, y yo primeriza, agotada y desinformada me lo empecé a creer, que mi leche no era suficiente.

En la primera visita al pediatra se me ocurrió preguntar cuánto pecho dar, me dijo que 10 min en cada pecho y luego biberón a demanda…y así empezó el fin de nuestra lactancia, me sacaba leche y le daba biberón, mamaba cada vez menos y rechazaba el pecho, y después de dos meses de llantos de él y míos cuando no quería mamar decidí acabar con ese sentimiento de incapacidad retirando la lactancia materna y empecé con el de la culpa que me acompañó tres años justos, hasta que nació mi pequeño.

Durante mi segundo embarazo una amiga que tuvo una lactancia exitosa me recomendó leer Un regalo para toda la vida de Carlos González y poco a poco mis dudas se aclararon, entendí cosas antes inexplicables como que el pecho era un grifo y no una cisterna que se vacía, que cuanto más maman más leche tienes o que consiguiendo que abra bien la boca el agarre es correcto y no se hacen grietas. Comencé a leer en páginas de Facebook como Asesoras de lactancia online y veía cómo se resolvían las dudas de otras mamás en temas de lactancia y pronto sabía las respuestas correctas antes que las asesoras contestaran. Me sentía informada, empoderada y capaz.

Y llegó mi pequeño en un parto rápido y animal sin epidural, y llegó a curarme el alma y la culpa de no haberlo sabido hacer con su hermano, y fuimos capaces de llegar a los 6 meses de lactancia materna exclusiva, con unos inicios cansados y casi 3 meses pegado a mi teta muchas horas diarias, pero esta vez yo sabía que con mi leche tenía suficiente y que si tenía más hambre solo tenía que ponerle de nuevo.

Pude hacer un banco de leche y conseguí 7 litros congelados y al volver al trabajo con sus 18 semanas de vida pudimos mantener esa lactancia materna exclusiva y alimentación complementaria a partir de los seis meses.

A los doce meses pasó a la de vaca cuando se terminó el banco y mamó hasta los 18 meses cuando él decidió que no quería más. Con pena pero orgullosa de lo que habíamos logrado la lactancia terminó y yo descubrí que con información todo es posible.

No dejéis que os cuenten cuentos, vuestra leche es buena, es todo lo que vuestros hijos necesitan, no hay que apoyar con biberones de leche artificial, no los necesitan.

No dejéis que os quiten ese poder, el que tenemos las madres, las mamíferas que gestamos y parimos y alimentamos de nuestro cuerpo a nuestras crías.

No dejéis de sentiros diosas, sí…DIOSAS…porque lo sois, dais vida, dais calor, dais amor, dais néctar de vuestros pechos, sois milagrosas.

Se puede, doy fe. En mayo, si todo va bien, volveré a empezar una de las etapas más agotadoras pero más hermosas y llenas de amor de mi vida, volveré a tener un bebé prendado a mi pecho casi todo el día y disfrutaré de ese poder que tenemos las diosas. Sí, las diosas.

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