Las 10 cosas que jamás debes decirle a una madre que está dando el pecho
Vamos a ayudar a todos esos familiares, amigos, vecinos y, por supuesto, desconocidos, que se van encontrando a madres amamantando por la vida. Porque resulta que cuando se encuentran cara a cara con la madre, no saben qué decir y acaban soltando cualquier barbaridad que, en el mejor de los casos, puede acabar con los ojos en blanco de la madre.
1) “No lo estás haciendo bien”
Englobamos aquí frases como “no lo estás sujetando bien”, “se le ve incómodo en tus brazos”, “déjalo en la cuna para que descanse”, “déjame a mí que lo hago mejor”, “se nota que eres primeriza”, “le estás pasando tus nervios”… o cualquier frase que deje entrever que la madre no está atendiendo al bebé de forma adecuada.
Aún en el caso de que no lo estuviera haciendo bien según tu criterio, ninguna de estas frases va a ayudar a la madre a hacerlo mejor, al contrario, seguramente minaremos aún más su autoestima y conseguiremos que se hunda más.
Si quieres ayudar, acércate y ofrece tu ayuda para todo lo que no sea cuidar al bebé: sírvele la comida y recoge sus cosas, para que ella pueda dedicarse a lo que nadie más puede. No prejuzgues. Inténtalo.
2) “No te quejes, tranquila, no pasa nada”
Quizá porque tenemos poca educación emocional, quizá porque nos han enseñado a reaccionar así, cuando una persona expresa su malestar, reaccionamos con un “tranquila, no pasa nada” con la intención de que cese la queja y podamos volver al confort de que ya no hay nada que esté mal. Esta frase o cualquiera de sus variantes debería estar totalmente prohibida ¿por qué?
Pues en primer lugar porque todos tenemos derecho a quejarnos y expresar lo que sentimos. Por muchas ganas que tuviéramos de dar el pecho, las espectativas versus la realidad son cosas muy diferentes.
Usar la palabra “tranquila”, por más que uno lo diga, la palabra no tiene poderes mágicos para conseguir que el otro se calme y se serene. Así que en vez de pedir calma, vamos a escuchar, acompañar, abrazar… de esta manera vamos a conseguir que la madre se calme pero es que además vamos a promover la empatía y el bienestar.
“No pasa nada”, ¡Pues claro que pasa! Querer quitar importancia a lo que siente la madre no la ayuda a que se sienta mejor. Para ella es un momento duro y quizá muy importante y si está mal, por supuesto que algo le pasa. Ningunear los sentimientos solo resta.
3) ¿Otra vez le das el pecho? ¡Parece que tu leche no le sacia!
Normalmente, los bebés no maman cada tres horas y duermen. Al contrario, si la lactancia se ha instaurado bien, los bebés suelen mamar de forma bastante constante, incluso cada hora durante los primeros días. Así que es habitual que las personas que pasan un rato con la madre se sorprendan de que le dé al bebé de mamar muchas más veces e intenten encontrar una explicación “racional” de porqué necesitan mamar tanto. Va a mamar muchas veces, si necesitas hacer un comentario al respecto puede ser algo así como: “este bebé sabe muy bien cómo conseguir lo que necesita” o reconócele a la madre su dedicación “qué suerte tiene tu bebé de tenerte tan cerca y alimentarse tan bien”.
4) No deberías comer “lo-que-sea”
En general, parece haber una lista negra de alimentos que una madre lactante no debería tomar. Esta lista se modifica según la zona en la que vivas: bebidas con gas, espárragos, ajo, comidas picantes, cítricos, legumbres, pescado… ¡la lista es infinita!
La realidad es que no hay alimentos prohibidos durante la lactancia. Todos los alimentos que consumimos las madres lactantes tiñen de sabor la leche materna, de hecho, a este hecho se le atribuye la buena acogida que tendrán después los alimentos cuando el bebé comience a probarlos directamente.
En resumen, la madre ya sabe lo que debe comer, ya sabe que es mejor que se alimente con una dieta sana, pero no por la lactancia, sino por ella misma, por su propia salud. Así que una buena alternativa a este comentario sería “buen provecho”.
5) Deberías comer / beber “esto” para que tu leche sea buena
La leche materna es óptima. No hay nada que las madres deban comer para que su leche sea mejor, porque ya es perfecta para el bebé. Pueden comer y beber lo que les apetezca. Olvídate de encontrar el alimento mágico que va a hacer que la leche mejore de calidad (o en cantidad) porque no existe, es un mito. Como cualquier persona, debería intentar tener hábitos saludables por ella misma, por tener una vida más sana, y transmitirle esos hábitos a sus hijos. Pero está claro que es una decisión vital suya y no de cualquier persona que está a su alrededor.
6) Deberías dejarlo (cuando la madre tiene dolor)
Las madres se pueden sentir sobrepasadas por ciertas situaciones, como todo el mundo. Cualquiera podría sentirse abrumado por la gran falta de sueño, la tremenda responsabilidad de cuidar a un bebé y, además en este caso, el gran inconveniente de sufrir dolor, pero eso no quiere decir que sean seres indefensos que no saben valorar su situación y tomar decisiones. Si la madre quiere seguir con la lactancia o dejarla, es su decisión y nadie debería influir de esta manera sobre el camino que desea tomar. Porque si te colocas delante de una madre y la juzgas, lo que consigues es convertirte en algo más que la madre debe gestionar.
La madre es suficientemente autónoma como para buscar ayuda que le permita hacer lo que desea, ya sea dejar de dar el pecho como continuar con él.
7) Es culpa de la teta
La lactancia suele ser el gran culpable de todos los males. Por culpa de la teta los bebés hacen todo lo que hacen: quieren estar solo con sus madres, duermen poco, comen poco, hablan poco, se desplazan poco, se levantan poco… y cualquier “poco” que se nos ocurra durante la infancia.
Cuando un bebé no hace lo que se espera de él como quedarse con un familiar en vez de con su madre sin llorar, encantado de la vida y, a poder ser, dormido, entonces es cuando sale la temible frase “Claro, como le das el pecho…”. Que tengas miedo de quedarte con un bebé sin tener recursos suficientes como para calmarlo, dormirlo o entretenerlo, no es culpa de la teta. No es culpa del bebé ni de la madre que los bebés no estén suficientemente bien integrados dentro de la sociedad y se conozca tan poco sus necesidades.
8) No deberías dar el pecho aquí (estés donde estés)
Nadie tiene derecho a decirle a un bebé donde puede ser alimentado. Las madres tienen derecho a amamantar donde quieran. El bebé lo necesita, la madre lo necesita. La lactancia debe ofrecerse a demanda para que funcione bien. Si increpas de cualquier manera a una madre que amamanta puedes hacer mucho daño, puedes hacer que esa mujer tema salir a la calle por si el bebé le pide el pecho, puedes hacer que esa lactancia se acabe antes de lo que desearían, puedes estropear algo maravilloso que funciona perfectamente. Hay una frase fantástica que corre por las redes a la que nos remitimos: si te molesta ver a una madre amamantando, mira hacia otro lado, así como lo haces cuando ves la pobreza, la violencia, las injusticias y la mala política. No es tan difícil. Vive y deja vivir.
9) ¡Tan grande y tomando teta!
La lactancia es lo mejor y lo más bonito, mientras el bebé es un recién nacido. Y entonces llega el momento en que el bebé tiene algunos meses y comienzan a llegar las miradas de asombro e, incluso, de disgusto. Cuesta de creer pero la lactancia no se caduca, no hay una cuenta atrás ni hay ninguna razón para abandonar la lactancia a cierta edad. Si quieres comentar este tema con la madre puedes cambiarla por “me sorprende que se amamante tanto tiempo, no lo sabía, cuéntame más” y verás el mundo que se abre ante tus ojos.
10) Contar historias de miedo
“¿Estás amamantando? Oh, pues mi prima amamantó y fue horrible”. A ver, cuando alguien va a conducir, ¿le dices lo mismo? “¿Vas a conducir? Oh, pues mi prima tuvo un accidente de coche horrible”… No, no, no. No le cuentes historias de miedo que no sabes donde colocar a una madre que está amamantando, que ya bastantes comentarios aguanta de todo hijo de vecino. Coméntalo con la otra vecina del quinto, que ya no amamanta y estará encantada de cotillear. Deja a la mamá disfrutar de su lactancia y, si acaso, escúchala y acompáñala en su viaje, anímala, respétala y disfruta de ver la vida ante tus ojos.
¿Qué cosas sí que puedes decirle? ¡Muy fácil! Háblale de lo bien que lo hace, de lo precioso que es el bebé y de lo rápido que pasa el tiempo… o, si no te sale nada de esto, seguramente lo mejor que puedes hacer es sonreír y seguir caminando.