"La lactancia ha cambiado mi visión como profesional"
Una madre va a la farmacia con su bebé y pide un medicamento. La atiende una farmacéutica dulce, atenta y cercana, que le propone un medicamento alternativo que sí es compatible con la lactancia. Lo sabe porque consulta www.e-lactancia.org y porque sabe que la lactancia es suficientemente importante como para estar al día de la última evidencia pero, sobre todo, porque ella es madre, es madre de 3 hijos a los que ha amamantado. Y sabe perfectamente lo que esa madre necesita: profesionales que la apoyen, la asesoren correctamente y le den opciones para continuar con la lactancia si eso es lo que la madre desea. Se despide con una dulce sonrisa, como si tal cosa, casi sin darle importancia a un gesto que puede marcar un antes y un después.
No es un cuento, esta profesional existe, se llama Ana y vive actualmente en Pamplona y tiene un proyecto entre manos que le permite difundir y ayudar a muchas mamás: www.cestaland.com
Le hemos pedido que nos explique su historia y cómo ha cambiado su profesión después de ser madre. Hay frases que son para enmarcar, ¡no os lo perdáis!
Te confieso que, hace 6 años y embarazada de mi primer hijo, fui a mi primer curso de preparación al parto pensando saltarme la charla de la lactancia materna. Pensaba que la lactancia sería muy fácil y no necesitaba prepararme más de lo que ya sabía por mi profesión puesto que soy farmacéutica.
Como dice mi madre, “¡Qué atrevida es la ignorancia!”.
¿Cómo ha sido mi experiencia con la lactancia de mis tres bebés?
En septiembre 2010 nació mi primer bebé.
Nació tras un parto sin complicaciones y le pusieron encima de mí. Nos miramos y mi norte giró y ya no hay manera de cambiar la aguja de la brújula de mi vida que se ha quedado anclada en mi hijo mayor y los dos que llegaron después.
Mi hijo nació y tardaron unas 2 horas en ponérmelo al pecho. No sé porqué tardaron tanto ni porqué yo no pedí que le pusieran antes pero esa falta de estímulo temprano creo que impidió que consiguiéramos un buen agarre instintivo desde el primer momento.
Durante los dos primeros días tras el parto yo estaba agotaba, impresionada, feliz y a la vez con la incertidumbre de saber si sabría cuidar a mi bebé o no. Vamos, era una madre primeriza de libro.
Mi bebé no conseguía engancharse al pecho. Vino a ayudarnos una enfermera que era muy bestia y se limitaba a espachurrar la cabeza de mi bebé contra mi teta para intentar que lo agarrara. Te puedes imaginar que no funcionó.
Finalmente, otra enfermera me sugirió usar pezonera y esa decisión salvó mi primera lactancia.
Con la pezonera mi bebé enganchaba bien, subió la leche y todo empezó a funcionar. Pero la pezonera era un engorro. Llevarla conmigo todo el día, colocarla, lavarla tras la toma y guardarla otra vez era un rollo sobre todo cuando salíamos de casa.
Así que busqué ayuda en un grupo de apoyo a la lactancia. Ellas me ayudaron a saber cómo retirar la pezonera poco a poco y conseguir una lactancia sin ella.
Mi lactancia fue una relación preciosa con mi primer bebé. Cómoda, satisfactoria y disfrutada. Aunque él no se acuerda, sé que el vínculo que creamos a través de ella y que mantenemos ahora, casi 6 años después mediante besos, abrazos y mimos es fuerte y nos mantiene unidos.
En abril 2012 nació mi hija.
En este caso, la experiencia, la tranquilidad y la seguridad que yo había adquirido con mi primera lactancia nos ayudaron a saber cómo colocarnos y empezar la lactancia con mayor facilidad.
Mi hija mamaba mucho, muy frecuente y muy bien. Era una niña dulce y delicada y así me trataba a mí cuando mamaba.
Nuestra lactancia fue cómoda, también muy satisfactoria para ambas y la terminamos cuando ambas no teníamos más ganas de seguir con el pecho.
Con mi tercer bebé yo llegué a la lactancia con plena confianza.
Yo era eso que se dice actualmente, una mujer empoderada. Sabía cómo hacer las cosas. Sabía que era capaz. Sabía que mi cuerpo era capaz de fabricar leche y en la cantidad adecuada para criar un bebé por muy demandante que fuera.
Pero se me había olvidado un detalle. Cuando nació mi tercer bebé, se me habían olvidado las 48 horas tan duras que pasa tanto el bebé como la madre desde el nacimiento hasta que sube la leche.
Mi hijo nació con hambre y con ganas de comer pero el proceso de subida iba a tardar lo normal así que tocaba poner al pecho y esperar.
Muy valiente, la primera noche le dije a mi marido “Vete a casa con los otros si quieres, que estamos super bien”. A las tres de la mañana me acordaría de esa frase al borde de las lágrimas.
Mi bebé tenía hambre y yo no tenía leche todavía. Fueron momentos de nervios. Era de noche y el hospital estaba más o menos silencioso. Mi bebé tenía hambre y lloraba aunque le tuviera en brazos o le paseaba. Además, estaba agotada.
Hasta que no pude más y llamé a una enfermera para decirle que no sabía qué hacer con mi bebé. Que él tenía hambre y yo no tenía leche todavía. Además, iba a despertar a todo el mundo tanto llorar.
Ella fue magnífica y me contestó: “Estamos en un hospital. No en un balneario. Aquí no se viene a descansar. Se viene a nacer. Tu bebé no sabe si es de día o es de noche. Así que puede llorar si así lo siente. Si quieres te traigo un biberón pero pregúntate, ¿Qué harías si estuvieras en casa?” Yo le dije: “En casa pasearía, mecería, cantaría para pasar las horas hasta tener leche”.
Y ella me contestó: “Pues creo que aquí deberías hacer lo mismo que harías en casa. Vamos a hacer una cosa. Túmbate, te pongo la barrera de la cama y un cojín. Tumbas al bebé a tu lado y descansas un rato”. Ella me devolvió la cordura con esta frase y me ayudó a tumbarme con mi bebé. Él se calmó por fin y pudimos dormir un par de horas.
Al día siguiente llegó la subida de la leche y mi bebé estaba feliz. Nuestra lactancia ha sido muy fácil. Creo que el factor determinante para ello fue mi seguridad y saber que mi cuerpo iba a ser suficiente para alimentar por completo a mi bebé.
¿Cómo ha afectado mi experiencia de la maternidad y lactancia a mi profesión de farmacéutica?
Desde que soy madre mi visión sobre la maternidad en general y sobre lactancia en concreto han cambiado mucho.
Antes de ser madre, creía que sabía mucho porque había estudiado la teoría anatómica y fisiológica en los libros. Luego fui madre y descubrí que cada bebé es único y no existe el “café para todos”.
Antes pensaba que la teoría científica sobre lactancia y maternidad eran leyes irrefutables y luego descubrí que cada madre encuentra su manera y su equilibrio perfecto si escucha a su hijo y aprende a combinar sus necesidades con las de su bebé.
Antes pensaba que los expertos y pediatras eran los que más sabían y que sus ideas eran más correctas que las mías. Ahora sé que cada madre es quien mejor conoce a su bebé y quien sabe escucharle para entender qué necesita.
En estos 6 años que llevo siendo madre he ido aprendiendo mucho. He probado distintas opciones y he ido viendo qué funciona bien con bebés y niños.
Todo esto ha contribuido a ir cambiando mi manera de escuchar, acoger y aconsejar a las madres cuando vienen a mi farmacia o cuando me contactan a través del blog.
Indudablemente pienso que la lactancia materna es la mejor opción para un bebé pero siempre intento aconsejar desde el respeto a lo que cada madre quiere y desea hacer. Creo que mi experiencia me ha ayudado a saber escuchar a cada madre con sus circunstancias y a entender que no existe una única opción correcta. Sino que cada madre encuentra su solución perfecta y única para cuidar y satisfacer a su bebé.
La lactancia ha cambiado mi visión como profesional
El momento del posparto es uno de los momentos más delicados para una mujer a lo largo de su vida y por eso es necesario que los profesionales que intervienen en este primer momento sean empáticos, delicados y se hayan formado muy bien.
Los profesionales estamos para ayudarle y apoyarle pero debemos ser cuidadosos y no interferir en el proceso personal de convertirse en madre y conectar con su bebé.
Los profesionales sanitarios debemos hacer cuatro cosas ante una madre lactante:
- Formarnos en el tema buscando información de fuentes fiables. Por ejemplo con libros especializados, blogs como éste en el que nos encontramos, apps como LactApp, congresos, charlas, etc.
- Ofrecer los consejos desde la cercanía y la accesibilidad a esa madre y bebé concreto.
- Dar a esa madre las herramientas necesarias para fomentar la seguridad en sí misma y ayudarle a saber que, si quiere, va a poder.
- Respetar la opción final que esa madre decida para su bebé y ayudarle en llevarla a cabo aunque no sea la que nosotros hubiéramos elegido.
Esto hemos decidido enmarcarlo, ahí va:
¿Qué fuentes de información sobre lactancia materna recomiendo a las nuevas mamás?
- E-lactancia es mi web de referencia sobre la compatibilidad de los medicamentos con la lactancia.
- LactApp es uno de mis apps y blogs esenciales para formarme sobre lactancia materna.
- Congresos de lactancia como el de Lacta21 en el que conocí en persona a Alba y María que hoy me acogen para participar en su blog. Además de ser majísimas, saben muchísimo sobre lactancia materna y lo transmiten de manera amena y fácil de entender.
¿Qué consejo imprescindible les doy a todas mis clientas y lectoras para sus lactancias?
Siempre he hecho lactancia a demanda y con mi primer bebé me cansé de escuchar frases tipo: “Pero ¿le vas a dar otra vez?” “¿Le toca ya?” “¿A qué hora le toca la siguiente toma?” “¿No será que se queda con hambre si tiene que tomar tantas veces?” “¿Igual duerme tan mal porque tiene hambre?” “¿Y darle un biberón?”.
Con mi primer bebé daba todo tipo de explicaciones sobre la lactancia a demanda, etc.
Con mi segunda hija entendí que la única respuesta posible para no tener que pasarme el día dando explicaciones sobre lo que hago o dejo de hacer con mis hijos era hacer lo siguiente.
Ante la pregunta: “¿Le toca ya?” yo me miraba al reloj, ponía cara de calcular horas y decía: “Sí, le toca ya”. Aunque hubiera pasado un cuarto de hora de la última vez que le había dado el pecho.
Mi consejo para la mamá que quiera dar el pecho es que no escuche a sus “grillos”.
Mamá, no escuches a tu madre, tu suegra, tu hermana, tu prima, tu amiga, tu vecina del quinto, tu pediatra, tu farmacéutica, tu lo que sea. Sobre todo si te hace este tipo de preguntas.
Busca consejo especializado y formado y visita los grupos de apoyo a la lactancia de tu ciudad.
Y sobre todo, haz caso de tu instinto, cree en ti y disfruta mucho de tu bebé.