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“En el momento de irnos a casa, me sentí desamparada”

“En el momento de irnos a casa, me sentí desamparada”

Cristina nos ha mandado este emocionante relato, que hemos titulado “En el momento de irnos a casa, me sentí desamparada”, sobre cómo fue su lactancia. Si queréis hacernos llegar el vuestro, podéis escribirnos a [email protected]. Gracias a Cristina por la generosidad a la hora de compartir su historia. Os dejamos con ella:

Si hay algo que siempre quise durante toda mi vida es ser mamá. Criar y cuidar es algo que nacía como un instinto muy fuerte dentro de mi y amamantar a mi bebé era una de mis mayores ilusiones, durase lo que durase.

Por fin llegó el momento y me quedé embarazada. Como soy una persona que necesita tener todo bajo control y anticiparme a lo que pueda pasar, decidí informarme mucho acerca de la crianza y sobre todo sobre lactancia, pues quería saber todo lo necesario para que fuera un éxito y tener conocimientos de como afrontar las dificultades que se pudieran presentar. De esta manera fue como descubrí a Alba Padró, su libro y a LactApp. Lo que yo no me podía imaginar es que nuestra lactancia se vería truncada desde el primer minuto.

Mi hija nació después de un parto precioso y en cuanto la tuve sobre mí, comenzó a buscar instintivamente el pecho, algo que me hizo sentir una satisfacción indescriptible. El problema vino cuando trató de engancharse. Lo hizo con muchísima ansia y una succión muy fuerte, pero algo fallaba en el agarre, pues no terminaba de sentirme cómoda y me molestaba.

Las matronas trataron de ayudarme. Pasaron varias profesionales para ver si alguna daba con la clave y conseguíamos un buen agarre que no me causara dolor. Vi como probábamos todas esas posturas y técnicas sobre las que tanto me había informado y nada parecía funcionar. En mi cabeza resonaba el “dar pecho no tiene que doler” que tan a fuego me había grabado, y no entendía que estaba pasando y cómo remediarlo.

A las dos horas de parir llegué a la habitación y yo ya sentía un dolor en los pezones que hizo que nuestra lactancia poco a poco se fuese desvaneciendo sin saber cómo recuperarla. Ni las diferentes posturas, ni las pezoneras, ni la ayuda de las matronas hizo que pudiera alimentar a mi bebé sin dolor.

Pasaban las horas y mi niña seguía sin conseguir comer. Así que, como medida desesperada, decidí pedir leche de fórmula para darle con dedo-jeringa al mismo tiempo que me extraía calostro mientras trataba de encontrar, sin éxito, una solución. Mis pezones estaban tan irritados que parecía que me los había quemado con fuego y mi bebé succionaba con tanta fuerza que sentía que me clavaban cuchillos en cada succión.

Finalmente llegó el momento de irnos a casa y yo me sentía desamparada, pues nadie había conseguido ayudarme y no sabía como iba a sostener la situación yo sola.

Vino el ginecólogo a revisarme, el mismo que el día anterior me había dicho que la teta no era un chupete y que no podía dejarla que me hiciese ese daño en el pecho. Me presionó para que decidiera antes de irme qué tipo de alimentación iba a darle a mi bebé, pues, según él, tenía que recetarme las pastillas cuanto antes si decidía cortar la leche. Me vi tan desesperada y perdida que decidí asumir que no podía amamantar y acepté la medicación y dejar la lactancia materna.

Desde que nació mi hija lloré, lloré mucho. Lloré por la impotencia de no saber cómo dar pecho. Lloré por la frustración de sentir que tenía todo lo necesario para hacerlo y no saber qué es lo que fallaba. Lloré por la decepción de no poder hacer algo para lo que me sentía tan preparada. Y lloré por haber tomado una decisión desesperada dos días después de tener a mi hija y sentir que ese peso me acompañaría el resto de mi vida.

Unos días después, aún habiendo tomado las pastillas y seguido las indicaciones para cortar la leche, mis pechos estaban llenos y de ellos brotaban gotas que me quemaban en el alma. Tenía leche y no se la estaba regalando a quien más quería. Me hundí mucho, pues sentía una pena tan grande que no me dejaba disfrutar al cien por cien de los primeros días de mi hija. Al día siguiente hablé con mi matrona y ella me sugirió volver a intentarlo. Lo dudé, pues pensaba que podía reabrir una herida que todavía no comenzara a cerrarse, pero mi pareja me animó a hacer lo que sentía y no quedarme con la duda.

Fue así como, con la ayuda de mi matrona y la pediatra, volví a poner a mi hija al pecho. El intento no fue mucho mejor. Con su ayuda conseguí que se agarrara sin demasiado dolor pero sí con molestias. Pero poco a poco me costaba más que la niña hiciera un buen enganche, pues su ansia por comer y mi baja producción de leche hacía que se desesperara con los intentos,  llorando desconsolada y enganchándose con fuerza de forma incorrecta en cada intento.

Esto hizo que mis pezones volvieran a resentirse, sintiendo cada vez más dolor. Incluso el hecho de extraerme leche me molestaba, al tener que manipular el pecho con tanta frecuencia.
Pasé días en los que las horas se me iban en tratar de poner a mi hija al pecho con dolor y sin éxito, extraerme la poca leche que producía, dársela y suplementar con leche de fórmula. La situación no mejoraba y se me hacía insostenible.

Al final abandoné. Pero en esta ocasión lo hice, aunque con mucha pena, con menos culpa. Sané la herida de pensar que no lo había intentado lo suficiente y me sentí respaldada para volver a intentarlo, aunque sin éxito. Pude tomar la decisión de dejar la lactancia de forma meditada y sosegada, sin prisa y valorando cada detalle para no sentir de nuevo que me estaba equivocando.

Aún así me pesa y me duele el fracaso. Tengo que reconocer que esta lactancia frustrada es una espina que se me quedará clavada para toda la vida. Me queda la duda de saber si existe alguna solución a mi problema o si esto me pasaría en cada intento, aunque contase con la mejor de las ayudas. Todavía no sé que es lo que falló. Pero esto es algo que no voy a descubrir por el momento. Tendré que esperar a tener un segundo hijo/a, si lo llega a haber. Lo que sí sé es que no me daré por vencida. Volveré a intentarlo y ojalá en esa ocasión pueda sentirme plena y dichosa al poder ser el alimento de mi bebé.

4 comentarios en «“En el momento de irnos a casa, me sentí desamparada”»

  1. Madre mía cómo te entiendo. Has descrito mis primeros días solo que a mí no me presionaron para las pastillas. Resultó ser un frenillo tipo IV como un camión pero para cuando se solucionó tras dos semana de dedo jeringa y relactador para aguantar y no tener confusión tetina-pezon ya no era posible. Nunca sabré si tengo hipogalactia o es que nunca hubo una verdadera estimulación. Mírate lo del frenillo.

  2. Desde el nacimiento de mi bebé hace 15 meses sigo esta app, pero nunca había participado directamente. Tu relato me ha llegado al corazón. No te sientas mal, hiciste lo posible por amamantar a tu bebé, pero no siempre las cosas salen como planeamos y a pesar de ello tenemos que seguir adelante. Ánimo!

  3. Ay dios, a mi me pasó exactamente igual, sin lo de las pastillas, y con una mastitis y el covid de por medio.
    Los pezones en carne viva. Sin problema de frenillo ni de contracturas ni nada. Lloraba por ver q la nena se peleaba con la teta por no conseguir lo q queria, y cada día me hundía un poco más. Al final a la tercera semana abandoné. Los primeros días tenía q darle el bibe mi marido xq yo lo rechazaba, se lo daba llorando y no podía ser.
    Como una muy buena amiga me dijo, “la teta se puede sustituir, a mamá no”. Me repetí eso durante muchos dias.
    A dia de hoy aún me duele, y me duele no saber xq no funcionó, pero tenía q empezar a disfrutar de la bebé.
    Leer ésta historia y saber q no soy la única me hace sentir arropada.
    Ánimo, y disfrutar de esos bebés, q se criarán igual y mamá no hay mas q una.
    Un beso enorme.

  4. Ami me sangraron los pezones porque no tenía nada de pezón y era un dólor horrible pero era más para mí darle pecho porque sabía que era lo mejor y resistí intentando apesar que mi bebé lloraba porque quería más lechita se qué dicen que no debe ser doloroso darles pecho pero por dios es obvio que es doloroso de una o de otra forma, no me rendí mi bebé tiene 2 años y es lactancia exclusiva perdón por decir esto pero no debiste dejar de intentarlo si esque era tu voluntad darle pecho es claro que en dos días Ho una semana no Hiba a ser fácil yo desde que estaba en el hospital y del IMSS fue doloroso porque yo lloraba el no poder darle a mi bebé por más que me lo pegaba lo acomodaba miles de intentos y ni así hasta que lo logré.

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